Carpintero argentino enfrenta maratónico viaje diario de 7 horas para trabajar y mantener a su familia

Un trabajador argentino comparte su lucha diaria entre el traslado y el empleo.
Un trabajador argentino comparte su lucha diaria entre el traslado y el empleo.

Alberto Gramajo, un carpintero de 52 años originario de Argentina, enfrenta un desafío diario que ha captado la atención internacional. Este residente de Florencio Varela, ubicado en el conurbano bonaerense, dedica más de siete horas al día a su traslado hacia su lugar de trabajo en una obra de construcción situada en Puente Saavedra, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

Un largo trayecto diario

La jornada de Gramajo comienza a las 7:30 de la mañana, pero su día inicia mucho antes, entre las 3:40 y las 4:00 am, cuando sale de su hogar. Para garantizar su seguridad durante el trayecto, se une a otros vecinos que comparten el mismo horario. Juntos, emprenden un extenso recorrido utilizando diversos medios de transporte, que incluyen micro, tren, metro y otro tren.

El viaje comienza en la parada de la micro 383, desde donde se dirige a la Estación Ardigó. Posteriormente, toma el tren Roca hasta Constitución, continúa en el metro C hasta Retiro y, finalmente, aborda otro tren Mitre hasta la estación Rivadavia, que se encuentra cerca de su destino.

El cansancio del viaje

En una entrevista con Infobae, Gramajo expresó: “Me canso más en el viaje que en el trabajo”. Durante este tiempo de traslado, aprovecha para descansar, escuchar música o leer noticias. A pesar del cansancio acumulado, su compromiso con el trabajo se mantiene firme.

Jornada laboral y sacrificios

El carpintero realiza una jornada laboral de 10 horas, de lunes a sábado. A este tiempo se le suman las horas de traslado, lo que a menudo le impide disfrutar de más momentos con su familia. En sus propias palabras: “Uno comparte poco con los suyos por el tiempo del viaje (…) viajo 7 horas por día, me cansa más el traslado que el trabajo”.

Aunque existen oportunidades laborales más cercanas a su hogar, los salarios que ofrecen no son comparables a los que puede obtener en la ciudad. Gramajo señala: “Es un poco más sacrificado, pero por lo menos se gana un poco más”.

Impacto económico del traslado

El sacrificio diario de Gramajo tiene un impacto significativo en su economía. Su salario quincenal oscila entre los 400.000 y 450.000 pesos argentinos, pero los costos del viaje, que rondan los 70.000 pesos mensuales, reducen considerablemente su ingreso. En este sentido, comentó: “Los viáticos no me los pagan”.

Sin embargo, el costo más elevado no es solo económico, sino también el tiempo que pierde lejos de su familia. A pesar de esto, su motivación sigue siendo fuerte. “Trabajo para darle lo mejor a mis hijos”, afirma.

Un sueño por cumplir

El sueño de Gramajo, aunque parece lejano, es claro: “Mi sueño es poder terminar la casa de mis hijos. Que por lo menos el día de mañana, que uno no esté, ellos digan ‘bueno, hoy mi papá no está, pero se rompió el alma y me dejó esto’”.

La historia de Alberto Gramajo resalta los sacrificios que muchos trabajadores realizan en su búsqueda de un mejor futuro para sus familias.