
El disco de oro de las sondas Voyager es un mensaje enviado por la humanidad al espacio con la esperanza de establecer contacto con civilizaciones extraterrestres. Este ambicioso proyecto fue liderado por el astrofísico Carl Sagan, quien, junto a su colaboradora Ann Druyan, desempeñó un papel crucial en la selección del contenido que se incluiría en el disco. La conexión entre Sagan y Druyan se fortaleció durante el proceso de curaduría de los sonidos y mensajes que se enviarían al espacio, lo que llevó a una relación personal y profesional duradera.
¿Quién fue Ann Druyan?
Ann Druyan no era científica en el sentido tradicional; abandonó la universidad debido a su desilusión con el sistema educativo y se unió a la contracultura de los años 60, un movimiento que abogaba por el cambio social y la libertad de expresión. En una entrevista con la BBC, Druyan recordó esos años de efervescencia cultural: “Cuando llegaron los años 60, fui tan feliz. Tras las restricciones y la supresión de los años 50, había llegado una apertura mágica de todo. Fui a cada manifestación y participé en todo el júbilo de la contracultura”.
Durante este periodo, Druyan se relacionó con artistas y cineastas, lo que la llevó a conocer a Carl Sagan a través de la guionista Nora Ephron. En una cena organizada por Ephron, Druyan tuvo su primer encuentro con Sagan, recordando: “Recuerdo escuchar esa risa fantásticamente libre, atractiva y cautivadora proveniente de este hermoso hombre”.
El disco de oro y su contenido
El disco de oro fue un esfuerzo monumental que buscaba representar la diversidad de la vida y la cultura humana. Aunque Druyan no tenía un título académico, su pasión por la música y su visión cultural fueron fundamentales para el proyecto. En sus propias palabras, “Carl sabía de mi pasión por la música, y también le gustaba mi forma de pensar”. Cuando la NASA aprobó el proyecto, Sagan le ofreció a Druyan el puesto de directora creativa, lo que le permitió tener un papel significativo en la creación del mensaje interestelar.
Druyan trabajó junto a etnomusicólogos para seleccionar una variedad de sonidos que representaran la diversidad cultural de la Tierra. Su objetivo era incluir piezas musicales de diferentes culturas, así como sonidos de la naturaleza y de la vida cotidiana. “Quise contar la historia en orden cronológico, empezando con los sonidos geológicos de la Tierra”, explicó Druyan. Esto incluía desde sonidos de volcanes y terremotos hasta el canto de aves y la risa humana, que en este caso era la risa de Sagan.
El disco también contenía grabaciones de sonidos tecnológicos, como el de un tren y el código Morse, así como el latido del corazón humano. En 1977, el mismo año en que las sondas Voyager fueron lanzadas, se grabaron sonidos del cuerpo humano, utilizando a Druyan como modelo. “Así que, al final, está esa grabación personal de mi meditación, junto con el sonido más distante jamás registrado en ese momento: la frecuencia de un púlsar”, recordó.
La conexión personal entre Sagan y Druyan
La relación entre Carl Sagan y Ann Druyan se desarrolló a lo largo de los años, comenzando como una amistad profesional. Sin embargo, fue una conversación telefónica el 1 de junio de 1977 la que cambió el rumbo de sus vidas. Tras descubrir una pieza musical china que resonaba con su visión del cosmos, Druyan se emocionó al compartirlo con Sagan. “Fue como si me hubiera caído un rayo. Le dije, nerviosa: ‘¿Para siempre?’, y él dijo: ‘¿Quieres decir casarnos?’”.
Después de esa conversación, ambos decidieron esperar hasta el lanzamiento de la Voyager 1 para formalizar su relación, evitando cualquier complicación que pudiera afectar la misión. Finalmente, el 22 de agosto de 1977, tras el lanzamiento, anunciaron su amor a sus respectivas parejas. Se casaron en 1981 y tuvieron dos hijos.
El legado de las sondas Voyager
Las sondas Voyager 1 y Voyager 2 continúan su viaje por el espacio, llevando consigo el disco de oro que contiene un mensaje de la humanidad. Aunque ya no envían tantos datos a la Tierra como al principio, su misión de explorar el espacio interestelar sigue vigente. Los discos de oro incluyen información sobre la ubicación de la Tierra en el cosmos, lo que plantea la posibilidad de que algún día sean descubiertos por otras formas de vida inteligente.
El legado de Carl Sagan y Ann Druyan perdura no solo a través de su trabajo en el disco de oro, sino también en la serie Cosmos, que ambos ayudaron a crear. Druyan ha continuado su trabajo en la divulgación científica, honrando la memoria de Sagan y su visión del universo.