
Astrónomos del Minor Planet Center, perteneciente al Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian en Cambridge, han reportado el descubrimiento de un asteroide inusual que se encontraba a una distancia sorprendente de la Tierra. Este objeto fue detectado a solo 240.000 kilómetros de nuestro planeta, lo que lo sitúa más cerca que la Luna, cuya órbita se encuentra a aproximadamente 380.000 kilómetros. Debido a su proximidad, los expertos lo clasificaron como un objeto cercano a la Tierra (NEO) y subrayaron la necesidad de monitorearlo, dado su inusual acercamiento y la potencialidad de un impacto.
Sin embargo, horas después de este anuncio, los astrónomos emitieron una nota editorial aclarando que el objeto en cuestión no era un asteroide, sino un automóvil Tesla que había sido lanzado al espacio por Elon Musk. En su comunicado, los astrónomos afirmaron: “La órbita coincidía con la de un objeto artificial”. Este vehículo, un Tesla Roadster, fue puesto en órbita en 2018 mediante un cohete Falcon Heavy, propiedad del multimillonario Musk, quien también es el dueño de la compañía de automóviles eléctricos.
El propio Musk confirmó la situación a través de su perfil en X (anteriormente conocido como Twitter), donde escribió: “Mi auto está orbitando la Tierra y Marte”. Este incidente pone de manifiesto el creciente problema relacionado con los objetos artificiales que orbitan en el espacio, que incluyen una gran cantidad de satélites, basura espacial, fragmentos de cohetes y otros experimentos similares.
Elon Musk también compartió un tuit que decía: “My car is orbiting Earth and Mars ♂️”, acompañado de un enlace. Este fenómeno ha suscitado preocupaciones sobre la gestión de los desechos espaciales, ya que se han reportado casos de objetos reingresando a la atmósfera sin control, incluso impactando propiedades en la Tierra. Con el aumento de objetos en órbita, se prevé que esta situación podría convertirse en un problema grave si no se implementan regulaciones adecuadas.
Además de los riesgos de impactos no controlados, la proliferación de objetos artificiales en el espacio podría interferir con las observaciones astronómicas, obstaculizando la visión de los telescopios. En 2007, el Minor Planet Center ya había enfrentado una situación similar, cuando detectó un supuesto asteroide que resultó ser un satélite fuera de uso. En ese momento, los expertos advirtieron: “Este incidente (…) pone de relieve el estado deplorable de la disponibilidad de información posicional sobre objetos artificiales distantes. Sería muy deseable contar con una única fuente de información sobre todos los objetos artificiales distantes”.