El estrés afecta gravemente la memoria y la concentración. Conoce cómo mitigar sus efectos y mejorar tu salud mental con consejos de Ítalo Tassara.
En la actualidad, el estrés se ha convertido en un fenómeno común en la vida cotidiana, exacerbado por la rapidez y la multitarea que caracterizan nuestra sociedad. Este estado de tensión mental no solo se manifiesta como una sensación de agotamiento, sino que puede tener efectos perjudiciales en nuestras capacidades cognitivas esenciales, como la memoria y la concentración. Ítalo Tassara, psicólogo y docente con un máster en la Universidad de Barcelona, ha compartido su perspectiva sobre cómo el estrés impacta la vida de las personas, tanto en su vida diaria como en el ámbito laboral, en una conversación con BioBioChile.
El estrés no se limita a la preocupación o el cansancio. Muchas personas tienden a minimizar su experiencia de estrés, considerándolo como una simple alerta de preocupación o fatiga. Sin embargo, Tassara advierte que este problema tiene un impacto mucho más profundo en la salud mental. Los factores externos que generan estrés pueden debilitar las competencias y recursos de un individuo, afectando su bienestar tanto a corto como a largo plazo. “El estrés mata y es un factor tremendamente nocivo que va carcomiendo el organismo”, subraya el especialista, instando a la población a tomar en serio las implicaciones de este estado emocional.
El estrés ha sido objeto de estudio por numerosos psiquiatras y psicólogos a nivel mundial, entre ellos los españoles Enrique Rojas y Marian Rojas Estapé, quienes han contribuido a la comprensión de las diversas consecuencias que puede acarrear un estado de estrés crónico. Tassara detalla cómo el estrés repercute en el organismo, manifestándose en una serie de síntomas que incluyen:
– **Ansiedad y depresión**: La sobrecarga mental puede generar sentimientos de preocupación, tristeza y desesperanza.
– **Dificultades en la concentración y problemas de memoria a corto plazo**: Las personas estresadas pueden olvidar detalles cotidianos, ya que su mente se dispersa en múltiples preocupaciones.
– **Agotamiento emocional**: La falta de energía y motivación se convierte en un obstáculo para enfrentar los desafíos diarios.
– **Trastornos del sueño**: El estrés crónico puede provocar insomnio y otros problemas relacionados con el sueño.
– **Cambios de humor**: Las personas pueden experimentar cambios emocionales abruptos, volviéndose más irritables o melancólicas.
– **Baja autoestima**: El estrés puede llevar a una autocrítica excesiva, disminuyendo la confianza en uno mismo.
– **Aislamiento social**: Las personas pueden optar por retirarse de actividades sociales, buscando un espacio personal alejado de la interacción con otros.
Tassara también señala que ciertos grupos son más susceptibles al estrés crónico. Aquellos que trabajan en situaciones de emergencia o en el cuidado de otras personas son particularmente vulnerables. Asimismo, los estudiantes enfrentan periodos críticos de carga académica que pueden generar frustraciones y miedos relacionados con el fracaso. El psicólogo destaca que, según diversos estudios, las mujeres suelen estar sometidas a una mayor presión, ya que deben equilibrar responsabilidades laborales y familiares, lo que puede intensificar su estrés.
En cuanto a la idea de que algunas personas funcionan mejor bajo presión, Tassara explica que, aunque un nivel moderado de estrés puede servir como motivación, es crucial no permitir que se convierta en un estado crónico. “El estrés no solo afecta la memoria a corto plazo, sino que también puede dificultar la recuperación de recuerdos a largo plazo”, aclara. Este estado puede dañar el hipocampo, la región del cerebro responsable de almacenar recuerdos, lo que puede llevar a olvidar fechas importantes o compromisos.
El estrés también interfiere en la concentración, ya que la atención se centra en la fuente del estrés, lo que dificulta el cumplimiento de otras responsabilidades. Esto puede resultar en errores y olvidos, así como en una mayor propensión a la distracción. Además, el estrés puede provocar fatiga y bloqueos mentales, afectando la amígdala, que está relacionada con las emociones y la toma de decisiones.
Para abordar el estrés y sus efectos en la memoria y la concentración, Tassara sugiere que es fundamental enfocarse en actividades que promuevan la relajación. Esto incluye caminatas en la naturaleza, meditación, ejercicios de respiración y actividad física. “La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda, al menos, 150 minutos de actividad física a la semana”, menciona el especialista. La actividad física ayuda a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y favorece la liberación de neurotransmisores como la serotonina, dopamina y endorfinas, que contribuyen a una sensación de bienestar.
Finalmente, Tassara enfatiza la importancia del descanso adecuado y del apoyo social para mantener la salud mental. Buscar apoyo emocional y compartir los problemas con amigos, familiares o profesionales es esencial para identificar y abordar los aspectos negativos del estrés, lo que puede ayudar a prevenir consecuencias como la falta de memoria y concentración.