Con la llegada del verano y los días de sol, las playas y piletas se convierten en escenarios principales de descanso y diversión. Entre chapuzones y momentos bajo la sombrilla, surge una pregunta que parece eterna: ¿realmente es necesario esperar un tiempo determinado después de comer para entrar al agua? Esta cuestión, repetida año tras año, sigue dividiendo opiniones entre quienes respetan esta regla como una absoluta verdad y quienes la ven como un mito sin fundamento.
¿Verdad o mito?
La idea de esperar dos horas para evitar el “corte de digestión” ha sido transmitida de padres a hijos durante décadas. Esta recomendación, vinculada a accidentes acuáticos, está profundamente arraigada en la cultura popular, especialmente en países con climas cálidos y tradiciones veraniegas junto al agua. Sin embargo, según la Cruz Roja Española, esta creencia no se basa en evidencia científica sólida. Comer antes de nadar no representa un riesgo que contribuya directamente a ahogarse, señala un estudio citado por Mel Magazine titulado “corte de digestión”, el cual describe este concepto como uno de los más malentendidos de la cultura popular.
El fenómeno de la hidrocución
En realidad, el fenómeno que muchas personas asocian con el “corte de digestión” se llama hidrocución. Este término se refiere al shock termodiferencial que ocurre cuando el cuerpo, después de haber estado expuesto al calor y realizando actividad física, se sumerge bruscamente en agua fría. Este cambio repentino puede causar alteraciones en el sistema cardiovascular y respiratorio, según la Sociedad Española de Médicos de Urgencias y Emergencias (SEMES). Aunque la hidrocución puede ser un factor secundario en los accidentes acuáticos, los expertos enfatizan que este es solo un aspecto de la situación. Durante la digestión, la sangre se concentra en el aparato digestivo, lo que podría reducir el flujo sanguíneo a otras áreas del cuerpo.
Factores relacionados con la hidrocución
El riesgo de hidrocución no está necesariamente relacionado con haber comido, sino más bien con cambios bruscos de temperatura, comidas copiosas, ejercicio intenso y exposición prolongada al sol. Este enfoque es respaldado por la recomendación de que la simplificación de la prevención no debe ser absoluta.
Hidrocución: el verdadero trasfondo
La hidrocución es una reacción del sistema nervioso causada por el brusco cambio de temperatura corporal al sumergirse en agua fría. Este fenómeno puede provocar síncope y afectar la respiración. Según la SEMES, los síntomas de la hidrocución pueden variar desde náuseas y dolor de cabeza hasta, en casos graves, paro cardíaco. Por esta razón, el peligro real radica en la diferencia térmica. El término “hidrocución” deriva de “electrocución” debido a que sus efectos físicos son similares a los de una descarga eléctrica.
Restricciones en piletas y playas
La hidrocución no está restringida solo a piletas y playas; incluso puede ocurrir en una bañera con agua muy fría, aunque la mortalidad es menor en estos casos. Existen factores específicos que pueden incrementar el riesgo de hidrocución, tales como:
- Comidas abundantes
- Exposición al sol
- Ejercicio físico
- Entrar en agua fría
Medidas preventivas relacionadas
Para prevenir la hidrocución, se recomiendan seguir estas pautas prácticas:
- Adaptar gradualmente el cuerpo al agua, comenzando por la nuca, muñecas y pies.
- Evitar comidas copiosas antes de nadar.
- Mantener una hidratación constante, consumiendo líquidos fríos antes de entrar al agua.
Estas recomendaciones son esenciales para disfrutar de un verano seguro y placentero.