“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”: el amor en tiempos de crisis

Con una propuesta muy personal y talentosa, que para efectos prácticos podría encasillarse dentro del Cine Arte, José Luis Torres Leiva realiza un original y sensible retrato del amor en circunstancias difíciles, así como de los temas afectivos asociados.

“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos” es una película chilena del 2019, escrita y dirigida por José Luis Torres Leiva, que aborda la relación de pareja y sus roles, la fragilidad del cuerpo, la enfermedad y los sacrificios emocionales de los cuidados, la dependencia emotiva, el amor en tiempos críticos, el deseo sexual, el dolor de la partida del ser amado por la muerte, entre otros temas.

Dos mujeres que han compartido toda una vida juntas se ven enfrentadas a la enfermedad de una de ellas. La mujer enferma (interpretada por Julieta Figueroa), menor que su compañera (Amparo Noguera), decide no seguir ningún tratamiento y ambas se mudan a una pequeña casa en el bosque hasta el día que la muerte llegue a sus vidas. Es así como volverán a reencontrar el amor que con el tiempo fue sepultado por la rutina. Poco a poco fortalecerán su relación mientras fuera de la cabaña la muerte aguarda su momento.

José Luis Torres Leiva, guionista y director del filme, logra una excelente película mediante una personal y talentosa puesta en escena. Partiendo del título del filme, en clara referencia al poema y libro homónimo del poeta y narrador italiano Cesare Pavese, el director despliega secuencias muy simbólicas y de connotación poética, no digeribles de forma liviana.

Por cierto, se trata de una obra cinematográfica de tempo lento, con poca acción y escaso argumento lineal de la historia, una dirección sensible y muy contemplativa. En este sentido, podría aplicarse la categoría de Cine Arte, más allá de la discusión de si es válido encasillar en conceptos una propuesta original y muy personal. Pero es útil esta etiqueta para advertir al posible futuro espectador que, si busca una película comercial al más puro estilo de los grandes estrenos de Hollywood, se decepcionará en ese caso.

Planos fijos en su gran mayoría, tomas intimistas, casi ausencia de música incidental (los sonidos del bosque juegan un rol importante), breves pero decisivos diálogos y un libreto que se fundamenta en el simbolismo de las imágenes por sobre el argumento conforman la obra en su particularidad. Asimismo, la inclusión de narraciones ficcionales y muy simbólicas, insertadas como relatos oníricos dentro de la historia, construyen el marco de referencia semiológico que ensambla el sentido más profundo.

Elementos como el agua (en la lluvia, el lago cercano al bosque, el vaso con líquido que bebe la mujer enferma en una crisis), lo agreste de la naturaleza, el perro salvaje, los árboles como símbolo de la curva de la vida, el tema musical del grupo Virus (“Dicha feliz”), la referencia tácita de la hija de la mujer mayor, entre otros, revelan matices semánticos como el instinto humano, los miedos inconscientes, los roles en la pareja, la juventud y la vejez en la sexualidad y la domesticación de los sentimientos.

Una apuesta fílmica personal y muy talentosa, lejos del cine comercial y con profundo contenido, así como una estética valiosa, propia del cine de autor.

Esta película se estrenó en el Festival de Cine de San Sebastián 2019 y obtuvo una mención especial en el Festival de Cine de Mar del Plata 2019.


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