Cada vez que el calendario marca un viernes 13, una sensación de inquietud recorre a quienes se toman en serio las supersticiones. Aunque el miedo a este día parece casi universal, ¿alguna vez te has preguntado por qué el número 13, combinado con viernes, tiene la reputación de ser de mala suerte? Para muchos, el temor es palpable, lo que les lleva a evitar tomar decisiones importantes, cambiar de rumbo o, incluso, salir de casa. Sin embargo, esta creencia antigua tiene orígenes mucho más complejos y dispersos en la historia de diversas culturas. El origen exacto de esta superstición continúa siendo un misterio, pero se puede rastrear hasta siglos atrás, con raíces profundamente entrelazadas en la religión cristiana, la mitología nórdica y las creencias populares medievales.
Si bien algunos apuntan a la Última Cena de Jesucristo como el núcleo de esta idea, otras culturas tienen sus propias explicaciones sobre por qué este día está marcado por la mala suerte. La combinación ya ha sido considerada desafortunada, formando una mezcla que, a lo largo del tiempo, ha convertido al viernes 13 en un símbolo global de precaución. Muchos estudiosos coinciden en que existe un fuerte vínculo entre el número 13 y la mala suerte. Según fuentes históricas, uno de los factores clave para asociar la mala suerte con este día proviene de un evento en el que Jesús y sus 12 apóstoles compartieron una comida, donde Judas, el discípulo que más tarde traicionaría a Jesús, fue el 13º invitado. Esta relación entre la traición ha llevado a muchas personas a considerar que la presencia de 13 en la mesa presagia algo negativo. Además, el hecho de que Jesucristo fue crucificado un viernes refuerza esta percepción de infortunio, creando una atmósfera aún más sombría.
La visión del viernes 13 se ha expandido a través de la cultura popular a lo largo de los siglos, especialmente en Europa, donde se consolidó. A pesar de su origen cristiano, no se limita solo a la Última Cena. Existen creencias profundas y vinculadas culturalmente que consideran la perfección y la completitud. En las culturas occidentales, el número 12 es visto como perfecto: los meses del año, los signos del zodiaco, las horas del reloj, entre otros. En contraste, el número 13 es visto como fuera de lugar, incompleto y, por lo tanto, cargado de incertidumbre.
Además, existe otro relato sobre el número 13. En la mitología nórdica, se cuenta que los dioses celebraban un banquete en Valhalla, y que un invitado, Loki, el dios de las travesuras, causó el caos y destruyó la armonía del evento. Este mito se asemeja a la idea de que el número 13 trae consigo desequilibrio y presagio de mala suerte. Por otra parte, el número 13 también ha tenido históricamente connotaciones negativas. Durante la Edad Media, se asoció con ejecuciones públicas, siendo común que los condenados a muerte fueran ahorcados un viernes. Esto ayudó a cimentar la idea de que este día era particularmente propenso a infortunios. La tradición de la pena capital y su conexión con el sacrificio contribuyó a que el viernes 13 fuera considerado maldito. De hecho, en Inglaterra, el término “ahorcado” se usaba para referirse a las ejecuciones que se llevaban a cabo. En la Edad Media, la penitencia era común, y los fieles debían arrepentirse de sus pecados, lo que añadía un tono sombrío a la percepción de este día.
Según las creencias populares, hay ciertas acciones que deben evitarse para no atraer infortunios. Uno de los consejos comunes es evitar tomar decisiones trascendentales. Muchas personas prefieren posponer eventos significativos, como firmar contratos, comenzar nuevos proyectos o incluso casarse, ya que creen que cualquier acción importante realizada en este día podría estar condenada al fracaso. Esto alimenta la idea de que las energías se concentrarán en iniciar algo que podría poner en peligro el éxito a largo plazo.
Los viajeros también son cautelosos en este día, ya que se considera que es un mal momento para iniciar viajes largos, sugiriendo que los riesgos pueden incrementarse, aunque no exista evidencia que lo respalde. Por esta razón, algunas personas prefieren esperar días más auspiciosos para emprender un viaje o aventura. Esta actitud se refleja en el hecho de que aerolíneas y hoteles evitan asignar asientos o habitaciones en el piso 13, lo que va más allá de la simple comodidad y se convierte en una medida de precaución ante estas creencias populares.
Las actividades que impliquen riesgo, ya sean físicas o emocionales, también son evitadas en este día. Desde realizar negocios arriesgados hasta practicar deportes extremos, se tiende a evitar cualquier actividad que implique un alto grado de incertidumbre debido a la influencia de la superstición. Esto se extiende incluso a pequeños gestos, como romper espejos o abrir paraguas dentro de casa, prácticas que son consideradas portadoras de mala suerte en general, y que en este contexto se multiplican.
La representación del viernes 13 en el cine y la literatura ha sido bastante antigua, especialmente a partir del siglo XX, cuando se popularizó la famosa saga de películas de terror “Viernes 13”, protagonizada por el asesino Jason Voorhees, que jugó un papel crucial en la difusión mundial de esta superstición. Esta serie, que comenzó en 1980, cimentó la idea de que el viernes 13 es un día desafortunado, convirtiéndolo en un ícono del terror. Según un artículo de BBC, en todo Estados Unidos, muchos edificios han optado por omitir habitaciones en el piso 13, saltando directamente al 14, para no incomodar a los supersticiosos.
Curiosamente, en otras partes del mundo, como en algunos países de Europa, se teme al número 17, ya que en italiano, el número romano XVII (17) se reorganiza para formar la palabra “VIXI”, que en latín significa “mi vida ha terminado”. En España, el martes es considerado de mala suerte, asociado a Marte, el dios de la guerra y la destrucción. En este contexto, la superstición sigue viva y concreta, aunque no demuestre realmente que suceden desgracias. Como señala National Geographic, “si algo malo sucede, lo notamos más”. Así, persiste un imaginario colectivo alimentado por factores culturales, religiosos y mediáticos.