El último Blockbuster del mundo: un refugio nostálgico en la era del streaming

El último Blockbuster del mundo: un viaje nostálgico al cine de antaño.
El último Blockbuster del mundo: un viaje nostálgico al cine de antaño.

En un rincón del noroeste de Estados Unidos, en la ciudad de Bend, Oregón, se encuentra el único vestigio de una época dorada para los amantes del cine: el último Blockbuster en funcionamiento en el mundo. Este establecimiento, que resiste como un emblema nostálgico de los años 2000, atrae a turistas y cinéfilos de todos los continentes, deseosos de revivir la experiencia de recorrer pasillos llenos de películas y disfrutar de una forma casi extinta de consumo cinematográfico. La historia de esta gigante del alquiler de películas se remonta a su apogeo en 2004, cuando contaba con alrededor de 9,000 comercios en todo el mundo, siendo un referente indiscutido en el alquiler de películas. Sin embargo, la transición hacia los servicios de streaming, encabezada por empresas como Netflix, junto con la quiebra de la compañía en 2010, marcó el declive del alquiler de películas. Para 2019, solo quedaba esta tienda, convirtiéndose en la primera y luego en la única del planeta.

Según reveló The Washington Post, Sandi Harding, gerente general de la tienda, comentó que “esto es algo tan importante para nuestro pasado que no nos dimos cuenta de cuánto lo extrañaríamos hasta que ya no estaba”. La mezcla de nostalgia y supervivencia que caracteriza a este Blockbuster se manifiesta en su gran parte estética original: las paredes están forradas de DVDs y VHS, el mostrador triangular es típico de las franquicias de antaño y los empleados aún lucen camisetas de colores azul y amarillo. A pesar de los cambios en la industria, la tienda tuvo que adaptarse para sobrevivir. Hoy en día, el turismo se ha convertido en su principal fuente de ingresos, y cerca del 80% de sus ganancias provienen de la venta de mercancías como camisetas, velas aromáticas y otros productos elaborados por artesanos locales. Harding relató al mismo medio que incluso hay clientes que insisten en pagar multas por devoluciones tardías, más como un apoyo que por obligación. “Ahora dicen: ‘Oh, cómo extrañamos esto’, lo cual siempre resulta gracioso”, comentó.

El encanto de alquilar una película radica en ofrecer una experiencia que contrasta marcadamente con la inmediatez del streaming. Los visitantes pueden abrir una cuenta, seleccionar una película y dejarla en un buzón para finalizar el proceso. Algunos incluso envían correos a sus hogares para completar la experiencia. Además, los detalles modernos rinden homenaje al legado de la tienda, como una pequeña sala de estar que rememora un Airbnb temático que ofrecieron en 2020, y una colección de recuerdos que incluye trajes de Russell Crowe, cartas de series y libros firmados con mensajes de admiradores.

Más allá de ser un atractivo turístico, este Blockbuster es un recordatorio tangible de las formas tradicionales de entretenimiento que conectaban a las personas. Como dijo Jared Rasic, un crítico local entrevistado en el documental Last Blockbuster, “las tiendas de video y los cines me han parecido mi iglesia: un lugar donde puedo sentirme tranquilo y normal”. A diferencia de los algoritmos que deciden qué ver, esta tienda ofrece una experiencia humana y personalizada. Desde elegir entre recomendaciones hasta explorar estanterías llenas de historias, invita a los visitantes a sumergirse en un mundo que, aunque lejano, sigue resonando en la memoria colectiva.

El futuro de este Blockbuster es incierto, pero está lleno de propósito. Mientras continúe siendo un imán de nostalgia, seguirá contando historias y también será testigo de una era que ha marcado a generaciones enteras. Personas de lugares lejanos llegan para confirmar que este negocio sigue vivo, atesorando recuerdos de un tiempo que muchos aún valoran. Con cada visitante que firma el libro de visitas o compra una camiseta con el logo icónico, se está escribiendo una nueva historia, demostrando que, en ocasiones, puede ser la mejor estrategia mantenerse relevante en un constante cambio.