No se trata de un capítulo de “Masha y el Oso”, pero tiene algo de similitud. Un pequeñín de tan solo tres años tenía a toda su familia con los nervios de punta. Mientras jugaba con unos amiguitos en la casa de su abuelita se le perdió el rastro. El hecho ocurrió el martes 21 de enero en Carolina del Norte, en el este de Estados Unidos.

La abuela salió a buscarlo y, al no encontrarlo, puso el grito en el cielo. Ante la desesperación de la señora, el condado de Craven puso activó todos los mecanismos previstos para estos casos y la búsqueda comenzó de inmediato con los agentes de la oficina del sheriff, drones, helicópteros y hasta perros policías, todos buscando al menor. El propio sheriff Hughes lo explicaba al canal de televisión WCTI.

La búsqueda no dio resultados durante dos días, pero lo peor eran las duras condiciones meteorológicas, que llegaron a rondar los diez grados bajo cero en la zona. Durante ese tiempo nadie encontró ni una sola pista de Casey Hathaway y los rescatistas comenzaron a perder las esperanzas de dar con el pequeño.

Sin embargo, el jueves por la noche, un grupo de búsqueda escuchó a un bebé llorando en algún lugar del bosque. Corrieron y encontraron a un Casey empapado en medio de arbustos llenos de espinas. El milagro se había producido.

El niño fue llevado a un hospital para hacerle una exploración y no tenía más que algunos rasguños propiciados por las ramas del bosque. Sin embargo, al explicar donde había estado, su relato estremece: “Dijo que estuvo con un oso durante los dos días”, aseguró el sheriff.