
Un estudio realizado por el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo de Buenos Aires ha revelado que el 68% de los adolescentes encuestados, que abarcan un rango de edad de 12 a 21 años, ha consumido alcohol al menos una vez en su vida. Además, el 71,5% de los participantes comenzó a beber antes de cumplir los 15 años, y un preocupante 12,4% lo hizo a los 12 años. Según Walter Martello, Defensor Adjunto de la Provincia de Buenos Aires y uno de los coordinadores del relevamiento, el principal factor que impulsa el consumo a edades tan tempranas parece ser la presión social y la búsqueda de aceptación dentro del grupo de pares. Martello subrayó que la investigación revela una fuerte influencia del contexto en el que el consumo de alcohol es normalizado o incluso incentivado en reuniones familiares y entre amigos.
En este sentido, el funcionario advirtió que un ambiente permisivo en las familias, sumado a un fácil acceso al alcohol, fomenta la idea de que esta actividad es común e inofensiva, lo que lleva a los jóvenes a probarlo en algunos sectores. La preocupación por el inicio temprano del consumo de alcohol ha sido un tema de interés para los especialistas. La licenciada Sonia Almada señaló que, desde hace tiempo, los adolescentes organizan sus propias reuniones en casa para beber, lo que se ha vuelto cada vez más común, probablemente debido a la permisividad que han encontrado en sus hogares.
Uno de los patrones de mayor riesgo identificados en la práctica de consumo de alcohol es la mezcla con bebidas energizantes, que fue admitida por el 57% de los jóvenes encuestados. Esta mezcla es particularmente riesgosa porque enmascara los efectos sedantes del alcohol, lo que puede llevar a ingestas peligrosas sin que los jóvenes sean plenamente conscientes del deterioro de su coordinación y juicio, elevando así el riesgo de accidentes y conductas impulsivas. Del mismo modo, otra tendencia que ha sido objeto de alerta por parte de los especialistas está relacionada con el atracón compulsivo de alcohol, conocido como binge drinking, que se refiere a la ingesta masiva de alcohol en un corto período de tiempo. La médica psiquiatra experta en adicciones, Geraldine Peronace, advirtió que los jóvenes buscan “la ‘pegue’, ‘pegue’ rápido posible, entonces hacen mezclas descabelladas con graduaciones altísimas”.
Para evitar esta combinación peligrosa, Peronace sugirió la implementación de campañas educativas que aclaren los riesgos asociados. Además, se podrían promover restricciones en la venta de alcohol y aumentar los controles en los puntos de disponibilidad durante eventos juveniles. La encuesta también reveló una escasa percepción de riesgo entre los adolescentes, quienes consideran peligrosas otras sustancias como el tabaco y la marihuana. La pediatra y toxicóloga Silvia Cabrerizo, secretaria del Grupo de Trabajo de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), explicó que el ingreso de cualquier sustancia psicoactiva interrumpe el proceso natural de desarrollo cerebral, que se completa alrededor de los 20 años, afectando la capacidad crítica y de pensamiento del adolescente.
Cabrerizo también coincidió en que la preocupación central radica en la modalidad conocida como Consumo Episódico Excesivo de Alcohol (CEEA), que implica ingerir grandes cantidades de alcohol en pocas horas. En estos casos, los jóvenes suelen elegir bebidas de alta graduación alcohólica, como el vodka o el fernet, que contienen aproximadamente 40 gramos de alcohol por cada 100 mililitros, lo que significa que casi la mitad de lo que beben es etílico puro.
Para mejorar la información sobre el consumo de alcohol entre los jóvenes, Martello expresó la necesidad de implementar programas educativos en las escuelas que no solo proporcionen información, sino que también desarrollen habilidades para resistir la presión social. Además, se destacó la importancia de actualizar la Ley Nacional 24.788 de Prevención del Alcoholismo para enfrentar los desafíos actuales, especialmente en lo que respecta a la publicidad de bebidas alcohólicas. Según Martello, la ley debería incluir disposiciones que aborden específicamente la publicidad de bebidas alcohólicas, limitando la exposición en redes sociales a las que acceden los jóvenes.
Asimismo, se resaltó la importancia de establecer una distribución estricta de alcohol, reforzando la prohibición y aplicando sanciones rigurosas. En este contexto, se mencionó que los streamers tienen audiencias significativas que incluyen a niños, niñas y jóvenes, y algunos de ellos consumen drogas durante transmisiones en vivo, normalizando prácticas peligrosas. Finalmente, se hizo hincapié en la necesidad de que la prevención del consumo de alcohol sea obligatoria en el sistema educativo, desarrollando un enfoque de salud pública que facilite el acceso a servicios de apoyo y orientación en situaciones de consumo.