
El escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte ha compartido sus reflexiones sobre la incertidumbre y la búsqueda de certezas en una reciente entrevista con el periódico mexicano Milenio. En sus declaraciones, Pérez-Reverte destaca que en la actualidad se exige a las personas tomar una posición clara, ya sea a favor o en contra de diversas cuestiones, lo que contrasta con su propia experiencia de vida. A sus casi 73 años, el autor ha llegado a la conclusión de que tiene muchas menos certezas que cuando era joven, afirmando que “con la edad, he descubierto que tengo muchas menos certezas, cosa que pensaba cuando era joven“. Esta perspectiva le resulta enriquecedora, ya que le permite ver el mundo como un lugar ambiguo donde las categorías de blanco y negro, rojo y azul, son relativas y cambiantes.
Pérez-Reverte también menciona que esta visión puede ser considerada provocativa, pero no es novedosa. Se inscribe dentro de una tendencia que discute la cerrazón argumental que se observa en las redes sociales, un fenómeno que el autor Éric Sadin ha denominado “individuo tirano”. Este concepto se relaciona con un libro colectivo titulado Por qué cambié de opinión, en el que varios autores abordan la pregunta del título, mostrando un titubeo firme y una duda reveladora sobre la posibilidad de modificar la propia visión del mundo, que siempre está sesgada. En este contexto, surgen debates y proliferan intercambios de argumentos.
En la misma línea, los editores de Godot plantean interrogantes sobre el impacto del sesgo de confirmación en la mente humana, preguntándose si este fenómeno “golpea duramente el cerebro reptiliano que busca respuestas agresivas y huida“. En este sentido, se cuestiona quiénes somos en un momento en que la información es tan accesible y, a la vez, tan manipulable.
Pérez-Reverte advierte sobre los peligros de tener una visión demasiado clara y definida, ya que esto puede llevar a la monotonía y al fanatismo. En sus palabras, “cuando uno tiene claro su posición, se vuelve muy aburrido y monótono; puede caer en el fanatismo, que significa Inquisición y luego exterminio del adversario“. Esta reflexión se alinea con las ideas del autor francés Ángel Martínez-Hernáez, quien en su obra Elogio de la incertidumbre examina las limitaciones epistemológicas, éticas e institucionales que afectan el campo de la salud mental. Martínez-Hernáez subraya la importancia de no dar por cerrado el debate y de asimilar las largas discusiones que han marcado la historia, concluyendo que “los límites de la reparación” son evidentes cuando se trata de comprender adecuadamente a las personas.
En 2020, la crítica Alexandra Kohan reseñó el libro de Anne Dufourmantelle titulado Elogio incierto, donde se plantea que la irrupción de lo inédito puede habilitar un desplazamiento en contraposición a las certezas pretendidas que inmovilizan. Kohan escribe que “el inédito ocupa la línea del horizonte y habilita el desplazamiento“. Esta idea resuena con la noción de que la ambigüedad puede ser saludable, como señala Pérez-Reverte, quien afirma que “por supuesto, mis ideas, sé dónde estoy. No soy equidistante, ecuánime, distinto. Acepto que puedo estar equivocado y que mi enemigo puede tener razón algunas veces“. Esta aceptación de la ambigüedad y la posibilidad de error es, según él, un aspecto higiénico y saludable que escasea en la actualidad.
El autor también reflexiona sobre el papel del lenguaje en la literatura y cómo este puede ser un vehículo para explorar la opacidad y las ambivalencias de la realidad. En contraste, las redes sociales tienden a favorecer la comunicación rápida y superficial, donde lo que se premia son las visualizaciones y la monetización, lo que a menudo resulta en un discurso que es breve, estruendoso y sentencioso. En este contexto, Pérez-Reverte sugiere que la literatura, al ser más elástica y capaz de llevar las ideas hasta sus últimas consecuencias, puede ofrecer una visión más matizada de la realidad.
Finalmente, el autor hace referencia a la famosa frase atribuida a Sócrates: “Solo sé que no sé nada“. Esta máxima de la Antigua Grecia invita a la reflexión sobre la naturaleza del conocimiento y la ignorancia. En un mundo hipermediatizado y sobreinformado, donde las certezas parecen ser un sueño húmedo, la invitación es a chapotear en el charco de la incertidumbre y a aceptar la complejidad de la vida.