
La Batalla de Pavía, un evento crucial que alteró el equilibrio de poder en Europa, se conmemora a través de una exposición de tapices que captura la complejidad y la intensidad de este enfrentamiento. La muestra, titulada Arte de la guerra en el Renacimiento: tapices de Pavía, presenta siete tapices que destacan por su alcance cinematográfico y su rica composición, con detalles que oscilan entre lo exquisito y lo violento. Cada tapiz mide aproximadamente 8,5 metros de ancho y 4,2 metros de alto (28 pies por 14 pies) y fueron elaborados con lana, seda y hilos de oro y plata por maestros artesanos del taller de Bruselas. Estos tapices se basan en dibujos preparados según los diseños del flamenco Bernard van Orley (circa 1488-1541) y representan escenas vastas y agitados de la batalla que tuvo lugar en el siglo XVI entre las fuerzas de Francisco I, rey de Francia, y Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Los tapices han sido prestados desde el Museo Real Bosco Capodimonte en Nápoles y han sido exhibidos en el Museo Kimbell en Fort Worth, Texas, y viajarán al Museo de Bellas Artes en Houston. La logística de esta exposición es considerable, y es poco probable que se repita en un futuro cercano.
La geopolítica del Renacimiento era notablemente compleja. En 1524, Francisco I de Francia llevó sus tropas a Italia, donde se enfrentó a las fuerzas del Sacro Imperio Romano Germánico, que incluían a España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña al sur, y los Países Bajos y el Franco Condado al norte. Francisco I, que tenía solo 19 años cuando asumió el papel de emperador, buscaba rodear a Francia y, para ello, necesitaba evitar la invasión de Italia por parte de Carlos V. Tras tomar Milán, conocido como la “llave de Italia”, Francisco I sitió la ciudad de Pavía.
En la mañana del 24 de febrero de 1525, las tropas imperiales, bajo el mando de Lannoy, irrumpieron en el parque donde dormían las tropas francesas. Aunque el ejército francés logró un contraataque, se encontraba desorganizado y en desventaja tecnológica, ya que muchos soldados contaban con nuevos mosquetes que disparaban balas perforadoras, lo que resultó determinante para el desenlace de la batalla. Al mediodía, las fuerzas imperiales habían capturado a Francisco I, quien fue llevado prisionero, lo que marcó un cambio significativo en el control de Italia.
Durante el Renacimiento, las pinturas eran extremadamente costosas de producir y se preferían en las cortes itinerantes debido a su portabilidad. Los tapices, que se creaban tejiendo colores sobre una urdimbre, ofrecían imágenes elaboradas de la época. Estos tapices no eran impresos ni pintados sobre tela preexistente, sino que se tejían directamente, lo que requería una gran habilidad y técnica. Los diseños se copiaban de cartones que se colocaban debajo de la urdimbre, permitiendo una referencia directa durante el proceso de tejido.
El mayor desafío pictórico que enfrentaban los artistas era crear la ilusión de volumen y profundidad. Las sutiles modulaciones de luz y sombra eran difíciles de lograr con hilos, lo que a menudo resultaba en composiciones planas y congestionadas. Sin embargo, como señaló Tom Campbell, director de museos y experto en tapices, los artistas de la época, como Rafael, que fue encargado de diseñar la Capilla Sixtina en 1514, utilizaban espacios vacíos y líneas de perspectiva para dar vida a sus obras.
Los tapices de Pavía, aunque todos muestran violencia, parecen distanciarse de los costos reales de la guerra. Las escenas de asedios y batallas eran comunes en el Renacimiento y se contextualizaban en relación con el mundo natural. Las imágenes de caballos heridos, hombres luchando y civiles huyendo de la violencia se presentan con un impresionante nivel de detalle. En primer plano, se pueden observar las pantorrillas abultadas de los combatientes y las espadas que clavan las cabezas de los enemigos. A medida que se aleja la vista, se pueden ver incendios y la línea de tiendas de los sitiadores en el horizonte, todo ello representado con una asombrosa profusión de detalles que subraya la magnitud de la batalla.