
El presidente Donald Trump ha anunciado la implementación de nuevos aranceles que afectarán a 97 países, incluyendo a Chile. Esta decisión ha llevado al Congreso de Estados Unidos a considerar mecanismos legales que limiten el poder del Ejecutivo en materia comercial, una facultad que, según la Constitución, históricamente corresponde al Legislativo.
Reacciones en el Congreso
A pesar de que la mayoría de los republicanos ha expresado preocupación por las repercusiones económicas y políticas de esta decisión presidencial, pocos han mostrado disposición a confrontar abiertamente a Trump. Sin embargo, el senador Chuck Grassley, republicano de Iowa, ha presentado un proyecto bipartidista que obligaría a cualquier presidente a justificar la imposición de nuevos aranceles ante el Congreso. Según esta propuesta, si los aranceles no son aprobados en un plazo de 60 días, caducarían automáticamente.
El senador Mike Rounds, quien ha apoyado públicamente esta iniciativa, comentó: “El Congreso ha cedido demasiada autoridad arancelaria al Ejecutivo durante el último siglo. Esta iniciativa busca restablecer el equilibrio original previsto por los Padres Fundadores”.
Desafíos a la propuesta
A pesar del respaldo que ha recibido la propuesta de Grassley de senadores de ambos partidos, el panorama para su aprobación es complicado. El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, ha reiterado su oposición histórica a las guerras comerciales, afirmando: “Los aranceles son una mala política que perjudica a los trabajadores estadounidenses”. No obstante, McConnell advirtió que la propuesta legislativa probablemente no prosperará debido a los altos quórums requeridos en el Senado.
Por su parte, el senador Rand Paul ha propuesto una versión aún más estricta de la legislación, que exigiría la aprobación previa del Congreso para cualquier impuesto a las importaciones. Paul argumenta que los aranceles actuales repiten los errores económicos que llevaron a la Gran Depresión.
Críticas desde el ala demócrata
Desde el lado demócrata, la senadora Amy Klobuchar ha criticado a Trump, acusándolo de actuar con fines populistas y electorales. Klobuchar declaró: “Esto no es política industrial. Es una bomba económica disfrazada de patriotismo comercial”.
Presión interna y externa
Mientras tanto, la presión tanto interna como externa para frenar la escalada arancelaria está en aumento. Economistas han advertido que los nuevos impuestos podrían resultar en una caída del 1,5% en el crecimiento mundial y un aumento del 3% en la inflación global durante los próximos 18 meses.
A pesar de las críticas y advertencias, Trump reafirmó su postura el viernes, declarando: “MIS POLÍTICAS NUNCA CAMBIARÁN”, mientras se encontraba en su club Mar-a-Lago.
El desafío ahora recae en el Congreso, que deberá decidir si retoma su rol constitucional en la política comercial o continúa delegando un poder que, según analistas y legisladores, ha demostrado ser volátil y potencialmente devastador para la economía global.