
Un hombre de 56 años, identificado como Fabio Mandingorra, falleció en Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina, tras ser atacado por un enjambre de más de 150 abejas. El incidente ocurrió el pasado sábado cuando la víctima orinó cerca de un árbol que albergaba un panal. Los ataques múltiples de abejas son poco comunes, ya que la mayoría de las especies son solitarias. Sin embargo, las abejas sociales, que representan aproximadamente el 5% del total, suelen tener un mayor contacto con los seres humanos. Cuando sienten que su colmena está amenazada, pueden atacar a quienes consideran un peligro, lo que puede resultar en picaduras masivas que provocan envenenamiento en las personas.
Las abejas representan un riesgo para la salud humana, y su producción de miel proviene de varias subespecies de Apis mellifera, que fueron traídas desde Europa a Argentina. En el país también se encuentran abejas scutellata (africanas) y africanizadas. Según Gabriel Arcidiacono, médico toxicólogo pediatra y jefe de la división de toxicología del Hospital Clínicas “José San Martín” de la Universidad de Buenos Aires (UBA), “solo las hembras obreras pican. Su aparato de veneno es un órgano de poner huevos modificado, unido a los órganos abdominales”. Arcidiacono también comentó que, en general, las abejas no son agresivas, pero las africanas y africanizadas son rápidas y tienen una tendencia a atacar en enjambre. “Si hay algo que desencadene un ataque, van a picar solo por la compulsión de hacerlo”, explicó.
Cuando una abeja pica, pierde parte de su intestino y la glándula que produce el veneno, dejando el aguijón clavado en la piel. Esto provoca que la abeja muera tras picar, ya que su vida se ve comprometida. Arcidiacono advirtió que no se recomienda la extracción del aguijón con los dedos, ya que esto puede hacer que la persona picada apriete el aguijón y termine inyectándose más veneno. En su lugar, se deben usar pinzas o una tarjeta, tratando de acercarse lo más posible a la piel sin apretar el aguijón.
Los efectos de las picaduras varían según la cantidad de veneno y la susceptibilidad de la persona. “Lo más frecuente después de una picadura es que se produzca inflamación y dolor en la zona. En cambio, en el caso de múltiples picaduras, la persona puede experimentar vómitos, diarrea y desmayo”, indicó Arcidiacono. Existen personas susceptibles que pueden ser alérgicas, lo que puede llevar a reacciones graves. Estas reacciones son mediadas por inmunoglobulinas de tipo E, y pueden incluir síntomas como dificultad para respirar, urticaria, fiebre e inflamación.
Arcidiacono aclaró que “cuando ocurren estos accidentes, desencadenan otros efectos. Además de la reacción alérgica que pueda tener la persona, se registran tóxicos de la abeja, problemas gastrointestinales, pérdida de conocimiento, ruptura de glóbulos rojos, insuficiencia renal y efectos neurológicos”. A pesar de que estos incidentes suelen asociarse con reacciones críticas, no todos los casos son tóxicos. Según Rodolfo Roodt, en un documento técnico del Ministerio de Salud de la Nación de 2015, “no existe un antídoto específico contra las picaduras de abeja; las medidas médicas se centran en aliviar los daños causados por el veneno”.
La prevención es crucial, especialmente para las personas alérgicas. Se recomienda que los individuos hipersensibles consulten a un alergista para conocer cómo actuar en caso de emergencia. Los trabajadores de colmenas deben estar expuestos a un entorno de trabajo con la protección adecuada. Además, deberían tener en cuenta que diversos factores como perturbaciones en campos eléctricos, vibraciones, movimientos rápidos y cambios de temperatura pueden desencadenar ataques. Ante la presencia de enjambres, es prudente llevar ropa protectora y tener un plan para huir rápidamente, siendo la inmersión en agua una opción posible. En caso de una reacción grave, especialmente en ausencia de un fenómeno alérgico, se debe buscar atención médica para minimizar y prevenir complicaciones.