Iñaki Urlezaga rinde homenaje a Piazzolla en Mar del Plata: ¿qué sorpresas traerá su nueva obra?

Iñaki Urlezaga reflexiona sobre la creatividad en tiempos de crisis.
Iñaki Urlezaga reflexiona sobre la creatividad en tiempos de crisis.

Iñaki Urlezaga, reconocido maestro y coreógrafo, se prepara para rendir homenaje al célebre músico Astor Piazzolla con la obra “La ruta Piazzolla”, que se presentará en el Teatro Tronador de Mar del Plata del 13 al 15 de enero. A sus 49 años, Urlezaga, quien se retiró de los escenarios hace casi siete años, ha encontrado en la dirección de esta obra una nueva forma de expresión artística. El elenco de la producción incluye a Julieta Paul y Bautista Parada, además de Toca Cuarteto Buenos Aires, quienes se unen para rendir tributo a Piazzolla, fallecido en 1992.

Urlezaga explica que la idea de realizar esta obra surgió cuando se enteró de que Piazzolla cumpliría 50 años desde la creación de “Libertango”. “Yo tenía un espectáculo armado que era tal cual terminó siendo, pero me pareció una mejor excusa reversionarlo y darle sentido a esta maravillosa partitura”, comenta. La obra, que comienza y termina con “Libertango”, también incluye partituras de otros compositores como Mariano Mores.

El coreógrafo destaca un momento especial de la obra, que considera su “algo favorito”: “A veces se puede lograr, a veces no, depende de la calidad de la línea que tengas”. Urlezaga menciona que cuando le pidieron que participara en el homenaje a Piazzolla, no dudó en aceptar: “Uno siente que como bailarín nunca es suficiente para devolverle a este señor lo que dio… Sinceramente, es una enorme satisfacción poder hacer esto en Mar del Plata, homenajeándolo a él, sabiendo que, además, él está ahí”.

Recordando su infancia, Urlezaga menciona que en la década de los ochenta y noventa, el tango estaba en declive en Argentina. “En Argentina se escuchaba muy poco. Las milongas habían dejado prácticamente de existir. Tengo el reflejo de que alguien dijera: ‘Uy, eso es de otra época, vuelve más, sirve’. Había pasado el éxito de Astor. Lógicamente, su muerte dejó poco. Se reconoció quién era, pero después existió sí mismo, solamente Astor, tango”.

Nacido en Mar del Plata en 1975, Urlezaga se formó en el Teatro Colón, donde fue primera figura, y perfeccionó su técnica en el American Ballet de los Estados Unidos. En 1995, decidió trasladarse a Londres para unirse al Royal Ballet. En una ocasión, mientras visitaba una disquería, encontró un CD titulado “Las ocho estaciones” de Vivaldi, que le evocó sentimientos de nostalgia por su tierra natal. “Fue un viaje, un querer volver. Para estar en mi tierra, en un nuevo lugar. Y seguramente, después, la comprensión del psicoanálisis y demás, de la manera en que extrañaba a mi familia, a Buenos Aires, al mate, a toda la comunidad hermosa que tiene una red de afectos muy fuerte entre los argentinos en general. Los argentinos, cuando estamos afuera, sufrimos bastante, padecemos bastante”, asegura.

La “nostalgia siempre volviendo” se convirtió en un tema recurrente durante su estancia en Inglaterra, donde se encontró bailando en la meca del arte: la Opera House de Covent Garden. “A través de esto pude poco a poco descubrir. Entonces ahí me enamoré o, dicho de otra manera, descubrí. Porque había escuchado, y lógicamente, eso permitió la música, el contacto con la gente. Esas cosas no se olvidan”, expresa con gratitud.

Urlezaga recuerda un momento significativo en un mercado de pulgas, donde escuchó “Invierno porteño” en la radio. “Frené, quedé escuchándolo un ratito. Escuché y volví a ese momento de mi vida. En trance plácido, encantador, el puestero, un hombre de unos setenta años, tenía una mueca de desaprobación. Diría que era odio. Era la reacción que le daba escuchar esa canción. Fue instantáneo, ni sonaron los primeros acordes. ‘Esto es tango’. Él estaba escuchando la radio de tango, lógicamente. Pensé: qué increíble que aún a esta fecha todavía sea tan combativo, que haya resistido en Argentina y en el mundo. Es un pasaporte”.

Urlezaga describe la alquimia y el coraje que se encuentran en la danza, así como la capacidad de Piazzolla para componer. “Quiero decir que es clásica, con mucha riqueza melódica. Rítmicamente varía tanto el tema, la melodía sí. Esto es una innovación para los bailarines clásicos porque parte del adagio, la rítmica final sube fuerte, y se puede decir de alguna forma: es orgánica para bailar”, explica.

“Es sintético tener un principio, un quiebre, un dolor, digamos, una intimidad y una resolución final. Esto se puede hacer fácilmente, previo a Piazzolla, con una canción melódica lenta, decía Rey Compás, Juan D’Arienzo: punchi, punchi, hasta justamente la variedad y variación dentro de la misma, que es mucho más cómoda, menos para los clásicos”, añade el director, quien comparte su experiencia creativa desde ambos lados del escenario.

Urlezaga reflexiona sobre cómo Piazzolla alcanzó un grado de originalidad al poner atención a la vida y a su obra. “Para ver a la persona Piazzolla. Pensá que tuvo el coraje y la valentía de luchar contra el mundo. Si en París estudió con Nadia Boulanger composición musical orquestal, realmente se formó. No solo artísticamente, sino intelectualmente. Después, al ir analizándolo, ha querido… orgánico, vivo, espontáneo. Hizo lo que sentía. Creo que uno logra así, está presente, vivo. Las emociones humanas, todos las sentimos de manera distinta. El amor tiene mil maneras, el amor, el amor. Y seguir existiendo: músicas solo bellas, originales, verdaderas”, sentencia.

Urlezaga también aborda la situación actual del arte, preguntándose si son tiempos difíciles para la creación. “Mientras tiembla, las guerras retuercen, mientras la economía está estancada y el desánimo apesta, ¿cómo se puede dar rienda suelta a la creación? Con lo mejor, el apoyo, el artista intenta encontrar su propia voz. Más allá de los gobiernos, la vocación deja de sentirse difícil. Al contrario: a veces, todas estas adversidades surgen movimientos nuevos, disruptivos, contestatarios. Si no, no existiría la protesta”, responde. “De esta manera, el arte humano es una expresión que sintetiza ahí, en el aire, lo aparentemente intangible. A la pintura, si quieres, vos identificas, vas a encontrar contar tu realidad. Oriente medita, Occidente expresa a través del arte. Hay maneras de sacar afuera la emoción. En las mayores crisis, hay mayor producción artística que revoluciona internamente”, concluye.

Las entradas para “La Piazzolla” están a la venta a través de Ticketek.