
Iwao Hakamada, exboxeador japonés, fue absuelto tras 47 años en prisión, luchando por su inocencia en un caso de condena a muerte. Su historia conmueve al mundo.
Iwao Hakamada, un exboxeador profesional, ha sido objeto de atención internacional tras pasar 47 años en prisión, esperando una condena a muerte que finalmente fue revocada por la justicia japonesa. Este jueves, el Tribunal de Distrito de Shizuoka absolvió a Hakamada, poniendo fin a una prolongada lucha por demostrar su inocencia.
Nacido en Shizuoka en 1936, Hakamada fue condenado a la pena capital en 1968, tras ser acusado de asesinar al propietario de una fábrica de miso, a su esposa y a sus dos hijos en 1966, así como de incinerar su vivienda. Desde el inicio de su detención, Hakamada defendió su inocencia, argumentando que las pruebas en su contra habían sido manipuladas. Las evidencias que lo incriminaban incluían prendas de ropa encontradas en un tanque de miso, las cuales estaban manchadas de sangre y coincidían con su ADN.
A sus 88 años, Hakamada ha sufrido un deterioro mental significativo debido a su prolongada estancia en prisión, lo que le ha valido un récord Guinness. El Tribunal de Distrito de Shizuoka decidió absolverlo tras la repetición de su juicio, un procedimiento poco común en Japón, pero que fue aceptado para Hakamada en 2014. Aunque salió de prisión en ese año, no tuvo que comparecer en el nuevo juicio debido a su estado mental. En su lugar, su hermana, Hideko Hakamada, y su abogado, Hideyo Ogawa, asumieron la representación legal.
Hakamada fue sometido a un intenso interrogatorio de 19 días, durante el cual pasó aproximadamente 228 horas bajo presión. A pesar de haber negado los cargos inicialmente, asumió la responsabilidad de los mismos el 6 de septiembre de 1966, en un intento de “proteger su vida”. Sin embargo, mantuvo su inocencia en la primera audiencia del juicio y en las numerosas cartas que envió a su familia desde la cárcel. En una de estas cartas, escrita en 1967, Hakamada expresó: “Ha pasado medio año desde que te vi por última vez. Estoy bien. Siento que mi familia esté preocupada por mí. De verdad, no tengo nada que ver con el incidente de Kogane Miso. Soy inocente”.
La condena de Hakamada se basó en la coincidencia del ADN de la sangre en la ropa hallada en el tanque de miso. Sin embargo, él argumentó que las pruebas eran fraudulentas. En una carta, mencionó: “Los vi (los pantalones manchados de sangre) en el tribunal. Me parecieron demasiado pequeños, sin importar cómo los mirara. Si no me van bien, la acusación contra mí desaparecerá”. A pesar de que se demostró que los pantalones no eran de su talla, las autoridades sostuvieron que Hakamada había engordado durante su tiempo en prisión.
Otro de los puntos que Hakamada utilizó para defender su inocencia fue el color de la sangre, que consideraba demasiado oscuro. Los fiscales argumentaron que el color había cambiado a un tono marrón debido a la inmersión en miso. Aunque su apelación fue rechazada, Hakamada solicitó en 1981 la repetición del juicio, la cual no fue aceptada hasta 2014, cuando la Fiscalía presentó fotografías en color de las prendas que generaron dudas sobre la validez de las pruebas.
Finalmente, la justicia japonesa ordenó la liberación de Hakamada 17,388 días después de su arresto, permitiéndole salir de la cárcel a los 78 años. Actualmente, reside en Hamamatsu, en la prefectura de Shizuoka, junto a su hermana Hideko, quien es tres años mayor que él. A pesar de su libertad, Hakamada sigue presentando síntomas de “psicosis institucional”, un trastorno mental que puede desarrollarse en algunos prisioneros, manifestándose en mareos, dolores de cabeza, náuseas y paranoia. Además, ha afirmado tener la creencia de que es Dios.