
Las piedras en los riñones son un problema de salud conocido como litiasis renal. Su incidencia tiende a aumentar durante los meses cálidos, especialmente en personas con una mayor predisposición genética. Este fenómeno también es denominado nefrolitiasis, un término que proviene de las palabras griegas nephros (riñón), uro (urinario) y lithos (piedra). Los primeros registros sobre cálculos renales se encuentran en textos médicos de la antigua Mesopotamia, que datan entre 3200 y 1200 a.C. El médico griego Hipócrates describió síntomas relacionados con la vejiga y, en su célebre juramento, desaconsejaba la cirugía para extraer estos cálculos, a menos que fuera realizada por especialistas.
Hoy en día, se sabe que las piedras en los riñones se desarrollan cuando ciertas sustancias químicas se concentran en la orina y forman cristales. Estos cristales pueden crecer hasta formar masas más grandes, conocidas como cálculos, que pueden abrirse paso a través de las vías urinarias. El principal factor que influye en el desarrollo de estas piedras es el clima, que se ve afectado por altas temperaturas, especialmente durante el verano. Según Mariano Sebastián González, jefe de endourología láser en el Hospital Italiano de Buenos Aires, “las temperaturas favorecen la formación de cálculos”. Durante los meses cálidos, el aumento de la actividad física puede provocar deshidratación, lo que a su vez hace que la orina se concentre demasiado, contribuyendo al desarrollo de piedras, según el doctor Norberto Bernardo, profesor titular de Urología en las Clínicas José San Martín y de la Facultad de Medicina de la UBA.
Además del clima, la hidratación, la dieta y el estilo de vida desempeñan un papel crucial en la formación de cálculos renales. El doctor Bernardo explicó que “a la predisposición genética se le añade una baja ingesta de líquidos, el sedentarismo y una dieta rica en sal o carne, que contribuyen a la formación de piedras”. El exceso de sodio, en particular, incrementa los niveles de calcio en la orina, lo que también favorece la formación de cálculos. Por el contrario, el consumo de frutas y verduras reduce la acidez de la orina, lo que dificulta la formación de piedras. Se recomienda limitar el consumo de alimentos procesados y enlatados, que suelen tener altos niveles de sal, y sustituirlos por opciones frescas y menos procesadas.
Un síntoma característico de la litiasis renal es el cólico renal, que se manifiesta como un dolor agudo y severo en la parte baja de la espalda y la ingle. Según el doctor Bernardo, “el dolor ocurre cuando el uréter intenta empujar el cálculo hacia la vejiga, lo que provoca contracciones y causa presión y estiramiento”. Algunos pacientes son diagnosticados tras experimentar este tipo de dolor, mientras que otros acuden a consulta médica por otros síntomas. En algunos casos, la detección de cálculos renales se realiza mediante una ecografía abdominal. Entre los métodos de diagnóstico más comunes se encuentran el examen clínico complementado con estudios de imágenes, como la tomografía computada, que permite determinar la ubicación y el tamaño del cálculo, información esencial para decidir el tipo de tratamiento a seguir. El dolor puede generar complicaciones importantes, como infecciones urinarias y daño renal en casos graves.
Según datos del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos, aproximadamente 3 millones de personas consultan cada año por este problema. Aquellos que han tenido cálculos renales tienen un 50% de probabilidad de desarrollar otro en los siguientes cinco años. La hidratación es clave para prevenir la litiasis renal. El urólogo Sri Sivalingam de la Clínica Cleveland recomendó beber suficiente agua para producir al menos 2.5 litros de orina al día, especialmente en verano, ya que una adecuada ingesta de líquidos diluye los cristales de oxalato de calcio, que es el componente de la mayoría de los cálculos. Además, adoptar una dieta balanceada y reducir el consumo de alimentos ricos en sodio son estrategias efectivas para disminuir el riesgo de formación de piedras. Consultar a un especialista en nutrición puede ser útil para ajustar las necesidades específicas de cada persona.
Los afectados por litiasis renal deben consultar a un profesional de la salud, quien puede indicar la administración de analgésicos y desaconsejar la automedicación. El doctor González advirtió que “también se debe suspender el uso de bolsas de calor o tomar baños de inmersión, ya que pueden empeorar la situación”. Existen varios tratamientos quirúrgicos para la litiasis renal. Uno de ellos es la litotricia extracorpórea por onda de choque, que es un método no invasivo que utiliza ondas de choque para eliminar los cálculos, permitiendo que sean fragmentados y luego eliminados por el cuerpo. Otra opción es la endoscopía flexible, un procedimiento en el cual se introduce un aparato muy delgado a través de los conductos urinarios hasta llegar al lugar donde se encuentra el cálculo, el cual se pulveriza y fragmenta con láser. Posteriormente, los profesionales retiran los fragmentos. Para cálculos grandes, se indica la nefrolitotomía percutánea, que consiste en realizar una punción en el riñón a través de la espalda, generando una comunicación entre el interior y el exterior del órgano, a través de la cual se extraen los fragmentos. En situaciones de urgencia, como fiebre o dolor incontrolable, se puede colocar un catéter doble J en el uréter para desobstruir temporalmente el conducto. En algunas ocasiones, los catéteres se utilizan como parte de la cirugía.