Las Bluestockings: pioneras del feminismo que desafiaron las normas del siglo XVIII

Mujeres del siglo XVIII: intelectuales que rompieron barreras y desafiaron normas.
Mujeres del siglo XVIII: intelectuales que rompieron barreras y desafiaron normas.

En el siglo XVIII, un grupo de mujeres intelectuales se atrevió a desafiar las normas sociales de su época al reunirse en salones literarios para debatir sobre temas como la política, la literatura, la ciencia y la historia en igualdad de condiciones con los hombres. Estas mujeres, conocidas como Bluestockings, no solo buscaban educarse y escribir, sino que también enfrentaban obstáculos en una sociedad que limitaba su independencia económica y personal. Este movimiento, liderado por figuras como Elizabeth Montagu, marcó un hito en la historia del feminismo, aunque su lucha se desarrolló en un contexto de estrictos prejuicios de género. El término Bluestockings surgió para describir a estas escritoras y pensadoras británicas, a menudo con connotaciones despectivas. Sin embargo, su legado radica en la determinación de cultivar el conocimiento y compartirlo, a pesar de las restricciones impuestas que mantenían a las mujeres solteras dependientes de sus padres o, si estaban casadas, subordinadas a sus esposos.

La historiadora irlandesa Susannah Gibson, en un reciente estudio sobre este grupo, destaca cómo estas mujeres lograron abrirse paso en un entorno hostil, utilizando su riqueza, el apoyo de sus maridos y amistades, así como diversas herramientas para alcanzar sus objetivos. El movimiento tuvo su epicentro en Londres, una ciudad en plena transformación durante la cual surgieron nuevas ideas, modas y proyectos arquitectónicos. En este contexto, una crítica literaria y escritora, Elizabeth Montagu, organizaba reuniones en su mansión en Mayfair, donde hombres y mujeres podían participar en veladas que, iluminadas por velas, se convirtieron en espacios donde el ingenio y la erudición eran altamente valorados.

Montagu, quien había recibido una educación poco común para una mujer de su época gracias a su padre, entendió que un matrimonio ventajoso sería su mejor oportunidad para lograr cierta independencia. Su esposo, un terrateniente adinerado, le proporcionó los recursos necesarios para organizar estos salones y respaldó su actividad intelectual. Sin embargo, el camino hacia el reconocimiento estuvo exento de desafíos, ya que las mujeres educadas frecuentemente eran objeto de burlas y críticas. Un panfleto de 1739 titulado “El hombre superior a la mujer” describía a las mujeres como “peligrosas, femeninas y feas”. Incluso los manuales de conducta reforzaban la idea de que debían ser emocionales y que su lugar no era aspirar a roles intelectuales, sino mantener una imagen de respetabilidad para evitar el rechazo social. Por ejemplo, Fanny Burney, autora de la exitosa novela Evelina, evitaba hablar en público por ser percibida como “estudiosa o afectada”. Asimismo, Mary Carter, traductora de Epicteto, introdujo sus obras con explicaciones que conciliaban el pensamiento del filósofo con los valores cristianos.

En este sentido, las Bluestockings estaban exentas de los dobles estándares de la época. Sin embargo, se encontraban envueltas en escándalos que podían llevarlas al riesgo de ser marginadas. Un caso emblemático fue el de Hester Thrale, amiga cercana de Samuel Johnson y anfitriona de otro influyente salón literario en Sreatham. Tras enviudar, se enamoró del maestro de canto de su hija mayor y se casó con él, lo que provocó la desaprobación de muchos de sus antiguos amigos. A pesar de esto, continuó escribiendo y documentando su vida en el Diario Thraliana, donde relató desde comentarios ingeniosos hasta el dolor de la pérdida de su primer esposo.

El análisis de este movimiento aborda las tensiones entre la clase social, el dinero y la ambición intelectual. Aunque muchas de estas mujeres eran aristocráticas, su precariedad las mantenía dentro de los parámetros convencionales, mientras que las trabajadoras eran juzgadas bajo criterios completamente distintos. Un ejemplo impactante es el de Ann Yearsley, una lechera de Bristol cuya poesía fue promovida por la Bluestocking Hannah More. A pesar de que Yearsley controlaba tanto su vida pública como sus finanzas, se le impidió acceder a las ganancias de su trabajo. A pesar de estas restricciones, logró establecer una biblioteca circulante y una red de escuelas benéficas, desafiando las expectativas de su tiempo.

Las ideas que surgieron de este movimiento merecen atención, ya que produjeron una amplia variedad de obras, que incluían biografías de Shakespeare, sátiras políticas, tratados religiosos e historias sobre la realeza europea. Sus escritos reflejaban las limitaciones de la época, pero también contenían posturas políticas y culturales que influyeron en generaciones posteriores. La capacidad de estas mujeres para desafiar las normas de género y crear espacios donde pudieran participar en el ámbito intelectual fue notable, aunque muchos de sus logros fueron efímeros y sus contribuciones han sido olvidadas. Sin embargo, su impacto resuena en el feminismo contemporáneo. Como señaló Virginia Woolf, en su obra Una habitación propia, estas mujeres allanaron el camino para que futuras generaciones imaginaran la libertad, afirmando que el cambio que ocurrió a finales del siglo XVIII fue uno de los eventos históricos más significativos, comparable a las Cruzadas o la Guerra de las Rosas. El trabajo de estas mujeres captura la esencia de las brillantes conversaciones que resonaban en Londres y las luchas personales de sus integrantes.