
Caminar es una de las formas más recomendadas de actividad física, especialmente por su bajo impacto y accesibilidad. Sin embargo, un estudio liderado por la Universidad de Verona pone en evidencia que existe una forma de caminar que supera con creces los beneficios de la caminata tradicional: la caminata nórdica. Este ejercicio implica el uso de bastones diseñados, lo que transforma el simple acto de caminar en un entrenamiento de cuerpo completo, con mejoras en la fuerza, composición corporal y capacidad aeróbica. La caminata nórdica tiene sus raíces en Finlandia, donde surgió en la década de 1960 como un método de entrenamiento para esquiadores.
Según la British Nordic Walking, esta técnica utiliza los bastones para impulsar hacia adelante, lo que activa los músculos de los brazos y hombros, involucrando hasta el 90% de los principales grupos musculares. Esto se traduce en una quema calórica entre un 20% y un 40% mayor que la caminata regular, según el club especializado WALX, mientras que también mejora la postura y acelera el metabolismo.
El estudio realizado analizó los efectos de la caminata nórdica en 38 participantes con sobrepeso u obesidad, de entre 55 y 75 años, durante un periodo de seis meses. Los sujetos fueron divididos en dos grupos: uno que practicaba caminata nórdica y otro que realizaba caminata regular. Ambos grupos siguieron un régimen de ejercicio supervisado tres veces a la semana, además de un plan alimenticio controlado. Los resultados fueron claros: aunque ambas actividades demostraron ser beneficiosas, la caminata nórdica ofreció ventajas mayores en diversos aspectos de la salud y el rendimiento físico.
Beneficios comprobados
En términos de reducción de medidas corporales, el grupo que practicó caminata nórdica logró una disminución del índice de masa corporal (IMC) del 6%, frente al 4% del grupo de caminata regular. La circunferencia de la cintura, un indicador clave metabólico, también se redujo en un 8% en el grupo de caminata nórdica, el doble que en el grupo regular. Además, solo los practicantes de la caminata nórdica lograron reducir la grasa total en un 8%, siendo el descenso particularmente notable en la grasa android (zona abdominal), que disminuyó un 14%, mientras que en las piernas se observó una reducción del 9%.
En cuanto a la funcionalidad muscular, los resultados también fueron contundentes. El grupo de caminata nórdica experimentó mejoras en las pruebas de fuerza de bíceps y cuádriceps, con ganancias del 17% y 35%, respectivamente. En una prueba de minutos, se mostró que el grupo de caminata nórdica demostró un rendimiento superior en general.
Más allá de estos beneficios cuantificables, la caminata nórdica ofrece ventajas adicionales que la convierten en una opción preferida para diversos perfiles de personas. Al activar simultáneamente la parte superior e inferior del cuerpo, no solo estabiliza el core, sino que también protege las articulaciones. Maxine Robbins, fisioterapeuta y entrenadora de caminata nórdica, señaló en Women’s Health que “los bastones reducen la presión en las rodillas y caderas, lo que la hace ideal para quienes tienen problemas articulares o están en rehabilitación”. Aunque la caminata regular sigue siendo beneficiosa, los datos respaldan que la caminata nórdica es una alternativa efectiva y completa.
Ofrece un consumo calórico superior, activación muscular y beneficios cardiovasculares adicionales, todo ello mientras fomenta la salud de las articulaciones. Es una actividad accesible y adaptable, adecuada tanto para quienes buscan mejorar su condición física como para aquellos con limitaciones articulares. En palabras de los expertos, “es una forma mejorada y sencilla de ejercicio integral”. Si bien la caminata regular es buena, la caminata nórdica puede ser el siguiente paso para quienes desean maximizar cada paso.