¿Cuáles son las recomendaciones de expertos sobre el uso seguro de saunas y sus beneficios para la salud?

Descubre cuánto tiempo pasar en el sauna y sus sorprendentes beneficios.
Descubre cuánto tiempo pasar en el sauna y sus sorprendentes beneficios.

El uso de saunas, una práctica con raíces profundas en la cultura escandinava, ha ganado popularidad en todo el mundo debido a sus beneficios para la salud y su capacidad para promover la relajación. Sin embargo, la duración adecuada de las sesiones y la frecuencia con la que se deben realizar son temas que generan preguntas entre los usuarios. Según informó Healthline, estudios recientes y recomendaciones de expertos ofrecen pautas claras para disfrutar de esta experiencia de manera segura y efectiva.

Duración y frecuencia de las sesiones

De acuerdo con el medio, la duración de la sesión en la sauna debe ajustarse a las necesidades del usuario. Para principiantes, se sugiere comenzar con sesiones de 5 a 10 minutos, aumentando gradualmente el tiempo hasta un máximo de 20 a 30 minutos. En Finlandia, país de origen de la palabra “sauna”, se promueve una filosofía más intuitiva: abandonar la sauna cuando el cuerpo sienta que está suficientemente caliente. Esta práctica, además de ser cultural, busca evitar riesgos como la deshidratación, que puede ocurrir si se excede el tiempo recomendado.

Beneficios para la salud

Los beneficios de usar la sauna de manera regular no solo se limitan a ser una actividad relajante, sino que también se ha comprobado que tiene efectos positivos en la salud. Investigaciones han vinculado el uso de la sauna con mejoras en la función cardiovascular. Un estudio realizado en 2022 encontró que combinar el ejercicio con el uso de la sauna puede mejorar la aptitud cardiorrespiratoria, reducir la presión arterial y disminuir los niveles de colesterol total en adultos sedentarios. Además, un estudio a largo plazo que incluyó a 1,600 participantes reveló que aquellos que usaban la sauna de cuatro a siete veces por semana tenían un menor riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares.

Otro estudio en Finlandia analizó casi 14,000 personas y encontró una asociación entre el uso frecuente de la sauna y el desarrollo de demencia y enfermedad de Alzheimer. Aunque los mecanismos detrás de estos beneficios aún no están completamente claros, los resultados sugieren que el uso de la sauna podría desempeñar un papel en la prevención de enfermedades neurodegenerativas.

Riesgos y precauciones

A pesar de los beneficios, el uso de la sauna no está exento de riesgos. Se advirtió que la deshidratación es uno de los principales peligros, especialmente si las sesiones son prolongadas o si no se consumen líquidos antes y después de usar la sauna. Ciertos grupos de personas deben consultar a un médico antes de usarla. Entre ellos se encuentran las mujeres embarazadas, personas con problemas cardíacos, aquellos que padecen epilepsia, y personas con asma u otras afecciones respiratorias. El medio también destacó que el consumo de alcohol puede aumentar los riesgos, al igual que el uso de medicamentos estimulantes o tranquilizantes. En el caso de los hombres, se observó que la exposición prolongada al calor puede causar una disminución temporal de la fertilidad.

Diferencias entre saunas y baños de vapor

Es importante entender las diferencias entre las saunas y los baños de vapor. Ambos son similares en que mejoran el bienestar general, pero sus características varían. Las saunas se caracterizan por ser secas, mientras que los baños de vapor, conocidos como “saunas húmedas”, tienen un nivel de humedad mucho más alto, similar al de los baños turcos. Las saunas secas pueden alcanzar temperaturas de 90°C mediante estufas eléctricas, de leña o infrarrojas. En contraste, los baños de vapor suelen mantener temperaturas más bajas, pero con una humedad cercana al 100%, lo que crea un ambiente diferente. Hay reglas estrictas sobre cuál usar primero, y se recomienda tomar descansos y ducharse para mantener la higiene.

Evolución histórica de las saunas

La historia de las saunas se remonta a miles de años en Escandinavia. Originalmente, las saunas consistían en fosas cubiertas con pieles de animales, pero con el tiempo evolucionaron hacia estructuras más sofisticadas. Hoy en día existen varios tipos de saunas, cada una con características únicas. Por ejemplo, algunas utilizan piedras calientes para calentar el ambiente, permitiendo alcanzar altas temperaturas. Las saunas eléctricas son comunes en la actualidad, ya que son fáciles y seguras de usar, mientras que las saunas infrarrojas calientan directamente el cuerpo en lugar del aire, ofreciendo una experiencia similar pero a temperaturas más bajas. Por último, las saunas de humo, aunque menos comunes, representan una versión tradicional que utiliza madera quemada sin chimenea, lo que requiere ventilar el espacio después de su uso.