
La artritis reumatoidea es una enfermedad autoinmune crónica que afecta a las articulaciones y compromete la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo. Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2019, más de 18 millones de personas vivían con esta enfermedad, siendo las mujeres las más afectadas, representando el 70% de los casos. Esta patología puede llegar a ser debilitante si no se diagnostica y trata a tiempo, afectando no solo las manos y los pies, sino también otras partes del cuerpo como los pulmones, el corazón y los nervios. Por esta razón, cada 12 de octubre se conmemora el Día de la Artritis Reumatoidea, una fecha establecida en 1996 por la Asociación Internacional de Reumatología (ARI). El propósito de esta conmemoración es sensibilizar a la población sobre esta enfermedad, que afecta aproximadamente al 1% de los adultos en países como Argentina, según un comunicado de prensa del Hospital Italiano de La Plata.
En este contexto, el doctor Rodrigo García Salinas, jefe de la Unidad de Espondiloartritis del mencionado nosocomio, afirmó que la artritis reumatoidea tiende a presentarse entre los 20 y 50 años, lo que agrava su impacto en la plena etapa productiva de los individuos. La falta de un diagnóstico y tratamiento adecuados puede desencadenar complicaciones graves. La OMS advierte que los síntomas más frecuentes de esta enfermedad incluyen dolor articular crónico, rigidez, hinchazón y limitación del movimiento. Aunque no se conocen las causas exactas de la artritis reumatoidea, se ha identificado que factores de riesgo como el tabaquismo, la obesidad y la contaminación atmosférica juegan un papel importante en su desarrollo. Además, existe una predisposición genética en mujeres mayores de 55 años.
El diagnóstico temprano es clave para mejorar el pronóstico de los pacientes. Como explicó el doctor Salinas, “el concepto ‘ventana de oportunidad’ se refiere al breve período desde que aparecen los primeros síntomas, durante el cual un tratamiento adecuado puede cambiar el curso de la enfermedad, previniendo el daño irreversible en las articulaciones”. En este sentido, el programa Reuma-Check del Hospital Italiano facilita el diagnóstico a través de un chequeo integral que incluye exámenes clínicos, análisis de laboratorio e imágenes, todo en un solo día, siendo la remisión el objetivo central del tratamiento. Lograr la remisión, según el experto, significa que el paciente experimenta pocos o ningún síntoma, lo que mejora significativamente su calidad de vida y reduce la posibilidad de daños a largo plazo.
Este enfoque permite que los pacientes conserven su capacidad laboral y reduzcan los costos asociados a la enfermedad. Un estudio presentado en el congreso de la Alianza Europea de Asociaciones de Reumatología (EULAR) reveló que los pacientes que están activos pierden 2.3 veces menos días laborales. A lo largo de las últimas décadas, ha habido avances significativos en el tratamiento de la artritis reumatoidea, y hoy en día existen múltiples opciones terapéuticas. Se utilizan medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs), glucocorticoides y fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME). Estos tratamientos buscan reducir la inflamación articular, personalizando las terapias según las características de cada paciente.
Además de los medicamentos, es fundamental que los afectados adopten cambios en su estilo de vida. Según el portal MedlinePlus, la actividad física moderada es esencial para combatir la rigidez y fortalecer la musculatura, así como para mejorar la movilidad de las articulaciones afectadas. Se recomiendan ejercicios de bajo impacto como caminar y nadar, así como una dieta rica en ácidos grasos omega-3, que se encuentran en pescados de agua fría como el salmón y el arenque. Estos hábitos, combinados con un seguimiento médico adecuado, permiten a los pacientes mantener un nivel óptimo de salud.
La rehabilitación también es crucial en el manejo de la artritis reumatoidea. Se enfatiza que ayuda a mantener un nivel óptimo de funcionalidad y a reducir la discapacidad. El uso de tecnologías de apoyo, ortesis y dispositivos de asistencia protege las articulaciones dañadas. En casos severos, cuando los tratamientos conservadores no son efectivos, se puede recurrir a la cirugía ortopédica para reparar o reemplazar las articulaciones afectadas.
A nivel global, la artritis reumatoidea es más prevalente en países industrializados, lo que se atribuye a factores demográficos y ambientales. Sin embargo, en muchos países de ingresos bajos y medianos, el diagnóstico de esta enfermedad es tardío, lo que impide un tratamiento adecuado. Por esta razón, es fundamental promover el acceso a innovaciones en el tratamiento y reforzar estrategias de prevención, como la reducción del tabaquismo, el control del peso y la higiene dental.
La artritis reumatoidea no tiene cura, pero su progresión puede controlarse con una intervención temprana, lo que previene daños irreversibles en los pacientes, permitiéndoles llevar una vida productiva y plena. El doctor Salinas concluyó que “una respuesta coordinada que incluya un enfoque centrado en el paciente es fundamental para transformar la vida de quienes padecen esta enfermedad”.