“Los Soprano”: una joya del pasado que revive en HBO Max

Quienes no vieron "Los Soprano" se preguntarán por qué una serie de 1999 es de lo más publicitado del catálogo de HBO Max. Hay varias razones.

Los Soprano
Chris, Silvio y Tony, personajes icónicos que buscan marcar a nuevas generaciones.

Con un catálogo mucho menor que el de Netflix, y una definición de contenidos menos clara que la de otras empresas de streaming (como Disney+, perfilada con sus producciones infantiles y familiares), llama la atención que HBO Max haya escogido a Los Soprano como uno de sus contenidos a destacar.

En su plan de marketing se entiende que partieran publicitando Space Jam y sus estrenos exclusivos del Universo DC ¿Pero una serie de 1999?

Bueno, a pocos capítulos de terminar su penúltima temporada, puedo comprender las razones de HBO Max para poner a Los Soprano entre lo más atractivo de su plataforma.

Y la verdad es que son tantas, que me cuesta darles un orden. Porque, como en toda gran pieza audiovisual, es la conjunción de guion, casting, actuaciones, dirección, fotografía y montaje lo que consigue una obra maestra como esta.

Por supuesto, en el recuerdo más emocional, siempre aparecerán primero los personajes. De ahí que la selección de actores y actrices hecha en el casting de Los Soprano, a cargo de Georgianne Walken y Sheila Jaffe, sea legendaria.

La “italianidad” era clave, y fue algo que se tomó en serio. Por eso en el elenco hay casi tantos apellidos italianos como en la lista de personajes. James Gandolfini interpreta a Tony Soprano, Michael Imperioli a Christopher Moltisanti, Lorraine Bracco a Jennifer Melfi y así hay varios más.

Ya sea ayudados por la impronta italiana en el ADN o por puro talento, el trabajo actoral en la serie no tiene puntos bajos. Al contrario, incluye una serie de participaciones estelares en papeles menores que le dan un realce mítico. Robert Loggia, Steve Buscemi, Joe Pantoliano, Burt Young y muchos más aparecen en capítulos de Los Soprano.

A nivel cinematográfico, estamos ante una joya de la realización y la dirección de fotografía. En una serie de mafiosos, con muchas escenas de acción violenta, resaltan los momentos triviales, en los que Tony comparte -y pelea- con su familia. O con sus amantes. O con su psiquiatra. El tratamiento delicado a las relaciones humanas en el contexto del crimen organizado está en el corazón del valor de Los Soprano.

Todo contado bajo una iluminación que evoca a la de El Padrino (lo que ya es una dificultad mayor), pero que al mismo tiempo refresca el uso de claroscuros y luces tenues. Un ambiente a tono con el espíritu de la narración, que engancha con reflexiones tanto o más que con balaceras y vendettas.

Escenas que despiertan la intuición partiendo a mitad de los diálogos, giros inesperados de guion que no ocurren de golpe, finales de capítulo que no buscan enganchar por la tensión a punto de estallar, sino por la expectativa sobre qué ocurrirá en el alma de un hombre. Todo eso caracteriza a la producción dirigida por Phil Abraham y Alik Sakharov.

A fines del milenio pasado la televisión por cable no estaba tan difundida como ahora. Ni hablar de la internet. Hoy, con una suscripción que para muchos puede ser alcanzable, o en páginas piratas, es mucho más fácil acceder a este lujo de serie. Y hay que hacerlo.

Porque, con la perspectiva que dan los 22 años que han transcurrido desde su estreno, y tomando en cuenta otros éxitos mundiales que han aparecido en estas más de dos décadas, Los Soprano demuestra ser una de las mejores series de todos los tiempos.