Este fin de semana marcó el esperado regreso de la segunda temporada de Tenemos que hablar, un programa conducido por Rafael Araneda y Marcela Vacarezza, donde se abordan diversos temas en compañía de sus hijos. En este contexto, uno de los relatos que capturó la atención de la audiencia fue el de Florencia, quien compartió una experiencia complicada que vivió en un aeropuerto de Estados Unidos.
Durante un segmento del podcast, los participantes debían responder a una pregunta al azar, y en ese momento, Florencia tuvo que recordar la última vez que había llorado. En su relato, ella confesó: “a veces no controlo mis emociones, soy llorona”. Esta declaración fue seguida por una anécdota que su padre, Rafael, compartió sobre un incidente que ocurrió en el terminal aéreo. Rafael recordó que en un momento, Florencia le dijo: ‘papá, me están llevando a una sala, la maleta, te tengo que cortar’, lo que generó preocupación en él.
Florencia, al referirse a su experiencia, expresó: “Me voy a poner a llorar de nuevo, es que lo pasé pésimo”. Ella relató que en ese momento pensó que la iban a arrestar, lo que la llenó de miedo. “Yo dije la van a meter presa, o sea me asusté. No le quise decir nada a la Marcela porque se iba a poner nerviosa, yo en el fondo estaba súper nervioso”, comentó Rafael, reflejando la tensión que ambos sentían en ese instante.
Florencia continuó describiendo su experiencia, señalando que ese episodio se ha convertido en un trauma para ella. “Me trataron como una transportadora de drogas en el aeropuerto de Estados Unidos, fue la peor experiencia de mi vida”, afirmó. Detalló que tuvo que pasar por múltiples controles, mencionando que “pasaba como por ocho policías diferentes y todos sabían cómo me llamaba”. Además, relató que le revisaron sus pertenencias de manera exhaustiva: “Me abrían hasta las cremas, me revisaban todas las cajas, me decían ‘para qué es esto’”. A pesar de la incomodidad y el estrés de la situación, Florencia aseguró que mantuvo la compostura: “me mantuve fuerte, al frente de ellos no lloré”.