
El cáncer infantil y su impacto global: análisis de tipos predominantes y factores de riesgo asociados
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer se ha convertido en una de las principales causas de mortalidad en la niñez y la adolescencia. La OMS indica que “la probabilidad de que un niño sobreviva a un diagnóstico de cáncer depende del país en el que viva: en los países de ingresos altos, más del 80% de los niños afectados se curan, mientras que en muchos países de ingresos bajos o medianos, menos del 30% logran recuperarse”. Esta disparidad pone de manifiesto la desigualdad en la atención oncológica que existe entre diferentes regiones del mundo. La OMS atribuye estas menores tasas de supervivencia en países de ingresos medianos a varios factores, tales como la detección tardía, la falta de capacidad para realizar diagnósticos precisos, el acceso limitado a tratamientos, el abandono de las pautas terapéuticas y las muertes por toxicidad y recidivas que podrían haberse evitado.
Desde la organización Our World in Data de la Universidad de Oxford, se explica que “los cánceres en la infancia suelen ser aquellos que se desarrollan a edades más avanzadas”. Sin embargo, aunque la incidencia de cáncer aumenta con la edad, algunos tipos pueden desarrollarse en etapas tempranas de la vida. Según la OMS, el cáncer infantil puede afectar a personas de todas las edades y puede surgir en cualquier parte del cuerpo. El proceso se inicia con un cambio genético en una célula que prolifera, formando una masa (tumor) que invade otras partes del organismo, lo que representa una máxima preocupación para la salud global. Si no se trata a tiempo, la enfermedad puede provocar un deterioro progresivo que puede llevar a la muerte.
A diferencia del desarrollo del cáncer en adultos, los casos infantiles son en su mayoría desconocidos, lo que añade un desafío adicional al tratamiento y la prevención. En Estados Unidos, los tipos de cáncer más comunes en la infancia son los cerebrales, los del sistema nervioso central y la leucemia linfoide aguda. Según datos, “estos órganos crecen y se desarrollan rápidamente durante la infancia, lo que los hace vulnerables a cambios cancerosos”. Además, estos cánceres están relacionados con factores de riesgo en las primeras etapas, como las mutaciones genéticas. “Algunas de estas mutaciones son hereditarias, pero otras son de novo, es decir, surgen por casualidad en el momento de la concepción o durante el desarrollo”, explican los expertos.
En América Latina y el Caribe, se estima que uno de cada 360 adolescentes es diagnosticado con cáncer cada año, lo que equivale a aproximadamente 29,000 casos anuales. En esta región, los tipos de cáncer más frecuentes son la leucemia linfoblástica aguda, el linfoma de Burkitt, el linfoma de Hodgkin, el tumor de Wilms, el retinoblastoma y el glioma de bajo grado, que representan el 60% de todos los casos infantiles. En contraste, en los adultos, la exposición prolongada a ciertos factores de riesgo suele estar relacionada con cánceres como los de pulmón, colon, páncreas, mama y próstata. Se indica que “algunos cánceres colorrectales y de mama parecen disminuir en etapas avanzadas, aunque los riesgos continúan aumentando con la edad”, lo que refleja diferencias significativas en la progresión de la enfermedad entre adultos y niños.
Gracias a la investigación científica y los avances médicos, se ha logrado un progreso significativo en el tratamiento del cáncer infantil. Se destaca que “una de las razones de este avance es que los científicos han aprendido mucho sobre los cánceres infantiles, lo que ha permitido identificar y desarrollar tratamientos específicos, así como comprender los efectos secundarios”. Entre los tratamientos mencionados se encuentran la inmunoterapia, los trasplantes de células madre, la radiación y las cirugías, que son herramientas eficaces para combatir diversos tipos de cáncer. Un ejemplo notable es la leucemia linfoide aguda (LLA), cuya tasa de supervivencia ha aumentado considerablemente gracias a las mejoras en el tratamiento de la médula ósea. La genética ha jugado un papel crucial en este avance, ya que permite el desarrollo de fármacos de quimioterapia dirigida con gran eficacia. Además, se subraya la importancia de la protección frente a complicaciones, ya que los niños que reciben quimioterapia tienen un sistema inmunológico debilitado y, por lo tanto, enfrentan una mayor dificultad para combatir infecciones. En este contexto, se señala que la vacunación de toda la población contra enfermedades como la gripe, el sarampión, la tos ferina y la neumonía puede ayudar a proteger a los niños de infecciones graves.
Un gráfico elaborado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) muestra que “se han producido descensos en la incidencia de cáncer en grupos, especialmente en niños”, lo que resalta la importancia de la detección temprana. La OPS sostiene que la atención pediátrica oportuna es clave para mejorar las posibilidades de supervivencia. En esta tarea, los padres, cuidadores y el personal de salud en general desempeñan un papel muy importante. Algunos de los síntomas de cáncer infantil, según la OPS, incluyen cansancio, pérdida de apetito, dolor de cabeza persistente, vómitos (especialmente si empeoran por las mañanas), dolor en los huesos de manera sostenida y cambios en el comportamiento, entre otros. A nivel mundial, se diagnostican aproximadamente 280,000 casos de cáncer en niños y adolescentes de 0 a 19 años. En el Caribe, se estima que hay 29,000 nuevos casos en 2020. La OPS advierte que prevenir el cáncer puede conducir a mayores probabilidades de supervivencia, ya que solo alrededor del 20% de los niños diagnosticados en países de ingresos bajos sobreviven, en contraste con aquellos que viven en países de ingresos altos, donde la tasa de supervivencia es significativamente mayor.