
Shoghakat Vardanyan, una directora de cine de 30 años originaria de Armenia, ha capturado la atención internacional con su documental titulado 1489, el cual narra la búsqueda de su hermano desaparecido durante la Guerra de los 44 días entre Armenia y Azerbaiyán. Este trabajo cinematográfico ha sido reconocido con el premio a la mejor película en el Festival Internacional de Films Documentales de Ámsterdam (IDFA), así como con el prestigioso premio FIPRESCI, uno de los más destacados en el ámbito del cine. Además, el documental también se alzó con el galardón en la Competencia de Cine Documental de Buenos Aires (FIDBA).
El documental se centra en la historia de Soghomón, un joven músico de 21 años que desapareció mientras cumplía con su Servicio Militar Obligatorio. El título del documental hace referencia al número de identificación que tenía en el saco donde se encontraron los restos de su hermano. A través de la cámara de su teléfono móvil, Vardanyan documentó cada paso de la búsqueda, un proceso que culminó con el hallazgo de Soghomón. La obra ha sido descrita por el jurado del IDFA como “una luz penetrante visible en un vasto paisaje interior oculto de dolor”. Se considera un ejemplo de cómo el cine puede ser una herramienta de supervivencia y un acto de amor, permitiendo a los espectadores enfrentar realidades difíciles y contemplar el sufrimiento humano.
Vardanyan, quien creció en una familia artística en Armenia, nunca había considerado hacer cine antes de esta experiencia. Pianista profesional, se matriculó en la escuela de periodismo de Ereván poco antes de que estallara el conflicto en 2020. Durante ese tiempo, fue profesora de un curso de móvil y se sintió animada a realizar un reportaje sobre lo que estaba experimentando. A pesar de que esa tarea no funcionó, se convirtió en la semilla que la impulsó a llevar a cabo su primer largometraje. Al final, cuando estaba a punto de terminar la película, conoció a la productora rusa Marina Razbejkina, quien se convirtió en su productora creativa, y al documentalista armenio Davit Stepanyan, quien actuó como asesor de montaje. A pesar de no tener formación formal en cine, Vardanyan confió en su instinto y sensibilidad artística, influenciada por su entorno familiar, para guiar la realización de la película.
En una entrevista, Vardanyan expresó su gratitud hacia todas las personas que apoyaron el desarrollo de su obra y espera que llegue a una audiencia lo más amplia posible. Al ser preguntada sobre qué la motivó a comenzar la película, respondió: “En 2020, planeaba empezar un curso de periodismo, pero estalló la guerra y mi hermano desapareció, me costaba concentrarme. Una profesora sugirió grabar todo lo que estaba pasando. Me dieron un trípode para hacerlo, y me sentía cómoda con la tarea. En el tercer día, mientras mi padre hablaba en un taller, sentí que él era el personaje que debía filmar. Saqué mi cámara y comencé a grabarlo”.
Vardanyan continuó explicando que al revisar las imágenes, se dio cuenta de que debía seguir filmando algo con ese material. Con el tiempo, fue aprendiendo a dirigir, operar la cámara, producir y, finalmente, distribuir su trabajo. Al ser cuestionada sobre cómo reaccionaron sus padres cuando les propuso filmarlos en un momento tan difícil para la familia, comentó: “Al principio, aún teníamos mucha esperanza de que volviera, mi papá hacía bromas llamándome ‘reportera’. Se acostumbraron y comprendieron que era importante. A medida que la situación empeoraba, dejaron de prestar atención. Hubo momentos en que se enojó y me pidió que dejara de filmar, pero hice lo que sentí que podía continuar. Mi mamá al principio quería que grabara, eventualmente permitió que lo hiciera de forma natural”.
Vardanyan también reflexionó sobre su motivación para filmar, mencionando que había una voz interna que le decía que, dado lo que estaba viviendo, quizás su hermano regresaría. “Eso hacía que filmar fuera muy duro, tanto que algunas noches llamaba a un amigo para decirle que no podía más. Pero al día siguiente seguía filmando. Me motivaba pensar en los jóvenes en el campo de batalla, que estaban pasando por cosas terribles. Si ellos podían soportarlo, yo podía superar mis dificultades. Además, quería compartir la soledad y el dolor que experimenta la gente en la guerra, y entender a quienes han vivido situaciones similares”.
Al ser preguntada sobre la edición y el trabajo con Marina Razbejkina, Vardanyan explicó: “Yo filmé las últimas dos escenas en julio de 2022. Conocí a Marina en septiembre de ese año, cuando la película ya estaba finalizada. Nuestra dinámica era que yo veía las escenas sola y luego nos reuníamos para intercambiar opiniones. Ambos veíamos y discutíamos, hacíamos preguntas y colaborábamos junto al editor para ajustar detalles. Para presentar la película en el festival, consideré que gracias a su consejo tuve éxito desde la primera solicitud”.
Cuando se le preguntó si había vivido repercusiones en festivales internacionales y por qué creía que su trabajo despertó interés en lugares que quizás no conocen los conflictos de su país, Vardanyan respondió: “Creo que esto demuestra que el valor artístico tiene un significado propio. La repercusión debe ser sobre la familia o cualquier persona que haya vivido una pérdida. Cualquiera puede identificarse”.
Finalmente, al ser cuestionada sobre si consideraba regresar a la música o al periodismo, Vardanyan afirmó: “Quiero ser periodista, es lo mío. Aunque me gradué de la Escuela de Periodismo, me dediqué completamente a esto y me concentré en el resto. Realmente surgió de manera natural y veo que continuaré en esto”. Además, reflexionó sobre la influencia de sus padres en su arte, indicando: “Mis primeros maestros en el arte fueron mis padres. Desde pequeña escuché muchas de sus conversaciones y aprendí de ellos, aunque no eran películas. El amor por el arte influyó, especialmente en el sentido del ritmo y la filmación, y el hecho de improvisar me ayudó a aplicar la lógica de vivir el arte y crear”.