Chocolates que no sólo generan bienestar: industria apuesta por fabricarlos más saludables y sostenibles

    Investigaciones concuerdan que este preciado alimento despierta sensaciones de placer y mejor ánimo en las personas. Pero hoy la industria va más allá: producir chocolates cada vez más saludables, sostenibles y de alta calidad.

    Un artículo publicado en la revista científica Science en el año 2011 denominó al chocolate como la “comida de los dioses”. No es un término antojadizo, ya que este producto se elabora a partir del fruto que nace del árbol Theobroma cacao, cuyo significado es “alimento de los dioses”.

    Y es que diversas investigaciones han estudiado el efecto que provoca el consumo de chocolate en el cerebro humano, llegando a la conclusión que aumenta la liberación de serotonina, una sustancia química responsable de elevar el estado de ánimo.

    El académico de la Universidad Bernardo O´Higgins (UBO), Tomás Labbé, comparte este hallazgo, añadiendo que la ingesta de dosis prudentes de chocolate también mejora algunas funciones cognitivas y la sensación de bienestar.

    “Parece haber cierto acuerdo de que, con un buen chocolate, pensamos y nos sentimos un poco mejor. No sólo eso. Su consumo evoca la representación mental de momentos de alto contenido emocional, como una cena especial con la pareja o un cumpleaños con los abuelos o los padres. Estos estímulos desentierran episodios habitualmente hermosos de nuestro pasado. Algo curioso: no parece aleatorio que los chocolates estén frente a la caja de los supermercados”, destaca el docente universitario.

    Cacao, causante del placer “chocolatero”

    ¿A qué se atribuye que pueda generar placer? El gran “responsable” es el grano de cacao, que contiene más de 800 compuestos químicos en su contenido. Cuanto más oscuro es el chocolate, más de estos compuestos beneficiosos contiene, advierte el artículo “La química del chocolate” publicado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos.

    En opinión del especialista de la UBO, es importante que el chocolate sea de buena calidad, porque de lo contrario disminuyen sus efectos beneficiosos. “Cuando un chocolate es de mala calidad se pierden las potenciales ventajas metabólicas y somos más propensos a sufrir enfermedades, como la diabetes. Por eso, desde una perspectiva nutricional, un chocolate más orgánico será rico en polifenoles y a largo plazo se ha descrito un efecto protector sobre las neuronas. ¿Impedirá eso que se desarrollen enfermedades como el Alzheimer? Con la evidencia actual sería demasiado temerario afirmarlo”, comenta Labbé.

    En este escenario, hoy los consumidores están prefiriendo chocolates cada vez más saludables y producidos de manera sostenible.

    Así lo reveló una encuesta realizada por la empresa de investigación de mercado Mintel, la cual dio cuenta que el 58% de los consumidores de chocolate en todo el mundo están buscando opciones más saludables, que sean bajos en azúcar y producidos con ingredientes naturales.

    Una de las marcas que se ha destacado por estos atributos es Paccari, chocolate ecuatoriano reconocido y premiado como uno de los mejores del mundo, ya que contiene al menos 60% de cacao, además de poseer magnesio, antioxidantes y antidepresivos. “Nuestro chocolate es auténtico, pues tiene la tercera parte en azúcar en comparación a uno normal, y es 10 veces mejor que uno de leche”, precisa Santiago Peralta, fundador de Paccari.

    El empresario, además, indica que la compañía se caracteriza por su modelo de producción sostenible al priorizar la relación directa con alrededor de 4 mil agricultores de pequeña escala en Ecuador, quienes son los encargados de cuidar la biodiversidad y la calidad del cacao, recibiendo por ese compromiso un precio superior, que incluso puede llegar a triplicar sus ingresos.

    Al respecto, Tomás Labbé, de la UBO, afirma que esta tendencia llegó para quedarse y se espera que el mercado del chocolate en América Latina crezca a una tasa compuesta anual del 4,2% durante los próximos cinco años. Una dulce noticia, por cierto.