De juego infantil a éxito: la sorprendente historia de una estilista en Buenos Aires

De juegos en su pueblo a crear un salón exclusivo en Buenos Aires: una historia de pasión.
De juegos en su pueblo a crear un salón exclusivo en Buenos Aires: una historia de pasión.

Yvana Cella rememora su infancia en Corrientes, donde su pasión por la peluquería comenzó. Hoy, ofrece un espacio exclusivo y acogedor en Buenos Aires.

Yvana Cella rememora su infancia en la provincia de Corrientes con una mezcla de nostalgia y asombro. En un pequeño pueblo, comenzó lo que más tarde se convertiría en una exitosa carrera, aunque en ese momento no era simplemente un juego. Con tijera en mano, se entretenía cortando el cabello a sus amigos, primos y vecinos, quienes, sin saberlo, fueron testigos de los primeros pasos de su trayectoria profesional. “De pequeña, iba a todos lados con la tijera, jugábamos a que yo era mamá y siempre tenía una peluquería donde le cortaba el pelo a los chicos del barrio. Después las madres venían a quejarse a mi casa, pero yo jugaba, nunca pensé que todo eso se convertiría en un trabajo”, relató en una conversación telefónica con Infobae, recordando que en ese entonces parecía solo una travesura infantil, un tiempo que más tarde se transformaría en su carrera profesional.

A los 16 años, Yvana se mudó a Buenos Aires, impulsada por la necesidad de trabajar y ayudar a su familia. Provenía de una familia numerosa y, tras la muerte repentina de su padre, las limitaciones económicas se volvieron insostenibles. “Nosotros éramos muy humildes. Mi madre buscaba cosas para vender en Brasil porque estábamos cerca de la frontera, y nosotros ayudábamos cuando volvíamos de la escuela”, comentó sobre su infancia, mientras atiende a celebridades en su exclusivo estudio en Las Cañitas. En Buenos Aires, su primer trabajo fue como niñera, donde descubrió otra faceta de su carácter: la paciencia y el amor hacia los niños. Sin embargo, su verdadera vocación aún estaba por llegar. “Trabajé como niñera, me gustaba mucho, y después se me dio la posibilidad de entrar en el mundo de la peluquería y ahí me di cuenta de que me apasionaba”, recordó.

A los 18 años, comenzó a trabajar como asistente en un salón de belleza, lo que marcó el inicio de su carrera en este sector. “Empecé y no paré más”, comentó con orgullo sobre cómo, poco a poco, se fue capacitando y perfeccionando sus habilidades, estableciéndose en el sector. Para ella, el trabajo no solo representaba una ocupación, sino también un refugio personal y emocional, donde podía encontrarse a sí misma. Su estudio, que decidió abrir, refleja la calidez y la familiaridad que busca ofrecer a sus clientas. “Quería que mis clientas se sintieran exclusivas, que al llegar al salón sintieran que estaban en casa”, sostuvo Yvana. Este enfoque íntimo y personalizado la distingue de otros salones. “Yo solo quiero que cada clienta sienta que es atendida, escuchada, y que entre como una reina”, afirmó.

En su salón, donde se realizan cortes y tratamientos de coloración, también ha sabido crear un ambiente acogedor que fomenta la confianza y la complicidad, permitiendo que las mujeres se abran y compartan detalles íntimos de sus vidas. “Ni las amigas íntimas se enteran de algunas confesiones que se hacen con las peluqueras”, reconoció, admitiendo que ha logrado convertir su espacio en una comunidad de confort emocional.

Hoy en día, Yvana sigue expandiendo su negocio y pronto trasladará su salón a una casona en el barrio de Balvanera, que, según ella, será un lugar exclusivo. “La idea es que siga siendo un espacio donde las clientas se sientan como en casa. Quiero que entren y disfruten de un mate o un café mientras conversan como si estuvieran con amigas”, expresó entusiasmada por su nuevo proyecto.

Cuando se le pregunta qué le diría a esa pequeña peluquera que cortaba el cabello a sus vecinos, Yvana responde que le diría que está bien jugar a ser peluquera, ya que ese día se convertiría en un éxito laboral. También le recordaría la importancia de no perder la esencia y de mantenerse fiel a sus principios. “Que no pierda los códigos de respeto y humildad, porque la humildad y el respeto van de la mano. Esos son valores que me han permitido conectarme con las personas y avanzar en la vida”, afirmó. Además, enfatizó que es fundamental no dejar de mirar hacia el corazón de los demás, ya que la capacidad de ver más allá de lo superficial ha abierto muchas puertas para establecer relaciones profundas y auténticas.

Yvana Cella considera que la vida se trata de “correr la piedra y seguir” frente a las dificultades, y ha sabido llegar a donde está sin perder de vista sus sueños ni sus valores. A lo largo de su trayectoria, los desafíos que ha enfrentado la han hecho más fuerte y la han preparado para alcanzar el éxito. A pesar de que en algún momento el camino ha sido difícil, tiene la certeza de que logrará sus objetivos. Yvana, quien ha recibido grandes apoyos externos en su desarrollo profesional, tiene claro que el fruto de su éxito es resultado de su perseverancia y esfuerzo. “Siempre caminé sola, puedo decir que logré lo que me propuse. Siempre llegué a los lugares de manera limpia, sin querer pisar a nadie”, concluyó. Así, su juego infantil se ha transformado en una apasionante carrera, marcando cada día su deseo de ser auténtica, tanto como estilista como mujer, mientras se prepara para la apertura de su nueva casona, brindando el mismo cálido trato a las personas que la visitan.